El presidente Iván Duque está en la física olla, solo un pequeño porcentaje de los colombianos apoya su gestión de gobierno. Dice un refrán que más rápido cae un mentiroso que un cojo. La estrategia de la narrativa política de la administración de empecinarse en ocultar sus responsabilidades en la crisis que vive el país le está pasando fractura. Según la última medición de Invamer, los efectos de aquella estrategia de manipulación están generando resultados contrarios.
Entre más se empecina el presidente Duque —al igual que sus asesores, los miembros de su equipo de gobierno, los líderes de los partidos aliados y sus seguidores— en negar su responsabilidad en la crisis, más se hunde y pierde respaldo en la opinión pública.
La estrategia de negación no le está funcionando al gobierno y cada vez se erosiona más su credibilidad. Es un gobierno que sufre de un efecto dominó: se le cayó la reforma tributaria y de la salud; renunció el ministro de Hacienda, el comisionado de Paz y la embajadora en Francia; y el ministro de Defensa tambalea afrontando una moción de censura en el Congreso de la República. Es posible que este último sobreviva, pero sobre sus hombros cabalgarán las responsabilidades de los 40 asesinatos, 16 víctimas de violencia sexual y más de 1.000 detenciones arbitrarias de la fuerza pública.
El gobierno entre más dilata los diálogos con los líderes de las protestas, entre más reprime las manifestaciones, entre más asesina y desaparece manifestantes, y entre más despliega por las redes sociales la repudiable estrategia de culpar a Petro de ser el responsable incitar a las protestas, se erosiona más la popularidad del presidente Duque.
Lo que demuestra la encuesta que esa estrategia del gobierno era dilatar los diálogos con los representantes de los manifestantes le está pasando factura. De hecho, cuando se cumplían ocho días de la instalación de la mesa de conversaciones con los representantes del Comité Nacional del Paro, ellos habían denunciado que los avances eran pocos y que existían unas perversas maniobras dilatorias del gobierno. Igualmente, denunciaron que, a pesar de haber llegado acuerdos sobre las garantías para el ejercicio de la protesta, el gobierno no toma medidas realistas para frenar la violencia y los abusos de la fuerza pública. Sin embargo, después que se conocieron los resultados de la medición de la encuestadora, el gobierno comenzó a ceder y anunció avances sobre un documento de preacuerdo.
La encuesta de Invamer dice que el 76% de los colombianos desaprueban la gestión del presidente Duque. La imagen de su gobierno cae en picada y se derrumba con las renuncias de varios de sus altos funcionarios. Ahora, cuando se examinan las cifras de los históricos registros sobre las peores desaprobaciones de los presidentes en los últimos 27 años, Duque ocupa el honroso primer lugar.
En el segundo lugar se sitúa su aliado, Andrés Pastrana, cuya desaprobación alcanzó el 74 %, tras el fracaso de las negociaciones de paz del Caguán con las Farc. Luego, sigue Juan Manuel Santos, cuya desaprobación llegó al 73% cuando se acentuó la polarización por el acuerdo de paz con las Farc. Finalmente, Ernesto Samper, quien con el escándalo del proceso 8.000 su desaprobación llegó al 58%.
La estrategia del gobierno es buscar no ser responsable de nada de lo que pasa en el país, ni de los altos índices de pobreza y de desigualdades, y menos de las faltas de políticas para sacar a millones de colombianos de la pobreza y de la crisis económica. También, no responsabilizarse de la fallida reforma tributaria, ni de la soberbia que generó el estallido social. En su lugar, repartió las culpas de la crisis entre otros: los “vándalos de izquierda”, los "socialistas cubanos y venezolanos", las disidencias de las Farc, los elenos, el gobierno del expresidente Santos y el senador Petro. Sin embargo, esto no le está funcionando porque la gente no traga entero.
