El paro nacional se inició el día 28 del mes pasado; como quien dice que vamos cumpliendo un mes de parálisis y de protestas. Siente uno que ni siquiera en crisis tiene este gobierno la visión y la posibilidad de lograr un consenso y de hacer un verdadero “clic“ con la gente. Se dice que las crisis son una oportunidad. Trato de entender las lógicas de Duque y su equipo, pero llego a la conclusión de que no se percibe mucha lógica.
Cali, ha llevado la peor parte. Coincido con el Alcalde Jorge Iván Ospina cuando manifiesta con contundencia que se trata de un problema político y social al que se le debe dar una solución desde lo político y desde lo social. Evidentemente en las zonas de resistencia en la ciudad, en lo que se conoce como la primera fila, encontramos grupos de muchachos descontentos por la incertidumbre frente al futuro. Toda una generación que no ve posibilidad de acceder a la educación, y muchísimo menos a tener un empleo digno. Caleños por nacimiento y por adopción llegados sobre todo de diversos municipios del litoral buscando futuro. Su marcha es pacífica y sus exigencias justas; cantos y música acompañan la protesta. La reforma tributaria fue el florero de Llorente y la convocatoria al paro nacional la oportunidad de organizarse.
En el mundo entero son los jóvenes los que han alcanzados las grandes reformas sociales en todas las épocas. Innegable que fuerzas de los extremos han pescado en río revuelto -infiltrándose con estos grupos- y se han cometido actos de violencia y vandalismo inaceptables, reprochables y judicializables. La situación de pobreza en la ciudad se ha empeorado dramáticamente en los últimos 3 años. Hoy son más de 300.000 caleños en pobreza extrema monetaria; personas que comen si acaso una vez al día, y conviven en el mismo territorio con unos desadaptados que se autodenominan “gente de bien” armados para defender lo suyo por mano propia y a bala.
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El general Zapateiro prometió que “recuperaría” la ciudad en 48 horas. Hace más de 20 días. General ¿es usted un hombre de palabra? Seguimos esperando su renuncia. ¡Ajuá!
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La respuesta de Duque frente a esta crítica situación social fue la represión; insisto, el general Zapateiro prometió ante el mismísimo presidente y ante la junta de la Andi en pleno, que “recuperaría” la ciudad en 48 horas. De esto hace más de 20 días. General ¿es usted un hombre de palabra? Seguimos esperando su renuncia. ¡Ajuá!
De otra parte, estamos atentos a que se divulguen las cifras reales de muertos y desaparecidos. Es innegable que la fuerza pública se ha excedido y ha vulnerado los protocolos internacionales de DD. HH. y ha hecho uso indebido y desproporcionado de la fuerza; también es necesario reconocer que ellos a su vez han sido víctimas de desmanes.
Este gobierno no es responsable de absolutamente nada de lo que pasa. Lo que produce en los colombianos una crisis como la que estamos viviendo es ante todo incertidumbre y pánico; tenemos al mando un capitán en una fiesta de cumpleaños tratando de tumbar una piñata, vendado y dando palos de ciego; asevera con vehemencia que modificará la reforma tributaria y termina retirándola; que no es oportuno hacer presencia en Cali y llega a las 12 de la noche. Sí pero no. No pero sí. ¿Quién puede confiar?
La culpa de lo que acontece, según el gobierno, es de la oposición y en especial de Gustavo Petro. O en su defecto de Juan Manuel Santos. Y en eso se la pasan. En vez de estar buscando una solución real frente a la empleabilidad y una política pública de impacto (cópienle a Mauricio Cabrera) después de tres años de estar gobernando a Colombia, lo único que se les ocurre es montar a la nueva canciller en un viaje internacional para que repita sin cesar el mismo discurso de Duque: Petro quiere desprestigiarnos y hacernos daño y es el responsable de la revuelta social. El poder de Petro según Duque es inconmensurable.
Me tocó vivir el nefasto día en que perdimos el plebiscito. Me toco ver como actuó el presidente Santos en ese, el día más triste de su mandato. Se encerró con su equipo negociador inmediatamente se conocieron los resultados. Trabajó en la alocución que pronunciaría esa misma noche ante el país. Al otro día se sentó con sus máximos contradictores, los expresidentes Pastrana y Uribe, a incluir en el Acuerdo de Paz sus sugerencias y propuestas.
Necesitamos que Duque haga lo mismo. Se siente sin importar la condición política con aquellos que pueden encontrar una solución efectiva al paro, con capacidad de concertar y llegar a acuerdos. Aquellos que verdaderamente entiendan que los problemas sociales se resuelven con políticas sociales. Es urgente terminar los bloqueos para que lo que queda del aparato productivo pueda continuar generando empleo e intentando reactivar esta maltrecha economía. ¡Foco presidente, foco!