Los fundamentos de todas las teorías conspirativas son minar o derruir las verdades en todos sus aspectos, ya sean totales o parciales, aunque con ello ellas mismas terminen siendo implicadas y afectadas, poniendo en duda, incluso en riesgo, hasta sus propias teorías. Porque el objetivo de cualquier teoría conspirativa es lograr alcanzar el dominio de la razón y del raciocinio, principalmente entre los componentes individuales, pero mucho mejor si terminan siendo los colectivos, dentro de las sociedades a las que pretenden someter a sus supuestas verdades, aunque quienes las generan, proponen y realizan sepan desde el comienzo que son una total mentira, porque así concluyen estas situaciones ante la realidad. En muchas ocasiones las más grandes teorías conspirativas conocidas se han sustentado, para surgir, sobre conceptos que parecían tan sólidos que terminaron siendo verdades por largos periodos de tiempo, pero que después el mismo tiempo se encargó de desvirtuar y desmentir.
Como los mejores ejemplos de mentiras históricas se encuentran las que están consignadas en los libros sagrados de la mayoría de las religiones, basadas en argumentos mitológicos o fantasiosos, que eran comprensibles dado en el momento en que se dieron, ya que el desarrollo intelectual estaba apenas en pleno proceso de crecimiento y de consolidación, paralelo a la propia aparición de la ciencia y por ende del conocimiento y del entendimiento científico del proceso evolutivo, los cuales a través de teorías sustentadas en hechos y pruebas, aunque también en el futuro pueden terminar siendo teorías conspirativas, basadas en verdades parciales, han querido explicar fenómenos difíciles de comprender en los precisos momentos de su aparición. Otros ejemplos icónicos de teorías conspirativas, fundamentadas en mentiras, que se utilizaron como argumentos para presentarlas como verdades entre los pueblos que las tuvieron que sufrir, podemos señalar a todas las presentadas por las monarquías y reinos, que por medio de ellas dieron pie a la formación de países o naciones, que bajo su influjo terminaron siendo sometidas, inclusive hasta el día de hoy, sustentándose en el origen divino de sus gobernantes, pudiendo señalar a Egipto y los faraones como un claro ejemplo de ello, o hasta a los mismos judíos al creerse y denominarse el pueblo señalado y elegido por dios.
Otras más han tenido el objetivo de someter a sus habitantes al poder económico y político, y a partir de ellos gobernar, usando la fuerza de las armas y de la violencia, llegando al extremo de generar guerras fratricidas, regionales y hasta mundiales, como fueron los casos emblemáticos de los nazis en Alemania en contra de los propios judíos y de algunos de los pueblos vecinos, o el de los británicos con China provocando la conocida guerra del opio buscando el poder económico sobre ellos, igualmente ocurrió con los holandeses en Suráfrica hacia los nativos, y muchos otros casos parecidos.
Toda esta introducción tiene como propósito remarcar lo que nos está sucediendo, como humanidad. Actualmente, en varias partes del planeta, incluida Colombia, donde venimos, los seres humanos, individual y colectivamente, siendo empujados, a partir de mentiras, a transigir y aceptar versiones de supuestas verdades con el único fin de permitir un abuso hacia comunidades, principios, normas, leyes y cualquier otro objetivo que se les presenta como obstáculos para esos quienes pretender obtener ciertos resultados, por lo general buscando beneficios personales, familiares, organizacionales, corporativos y hasta de tipo mafiosos o de clanes delincuenciales, teniendo en este caso particular a Colombia como el más grande ejemplo, ya que estamos enfrentados a grandes organizaciones de narcotraficantes, aliadas con movimientos políticos, escudándose en campañas sociales, como los principales gestores de muchas de estas teorías conspirativas.