Los medios de comunicación son un pilar fundamental para la democracia, la libertad de expresión, opinión y asociación, y para la consolidación de una opinión pública fuerte. Por esta razón deberían aportar a la sensatez.
Sin embargo, en Colombia, los grandes medios de comunicación tienen vínculos profundos e íntimos con grupos empresariales que, en alguna medida, direccionan los rumbos del país. A su vez, los sectores políticos influyentes, incluyendo el gobierno, se vinculan con estos, haciendo que sus intereses comulguen, se retroalimenten, se potencialicen y excluyan a otros.
Cuando las crisis sociales surgen y los conflictos pululan, se ven más visibles los intereses de los grandes medios de comunicación. Su línea editorial es luchar para defender el poder al que pertenecen, el statu quo, el orden y obstaculizar el cambio social. No hay errores en sus libretos, en lo que muestran, en lo que sus presentadores dicen, en el tiempo que le dedican a cada cosa, porque todo está controlado por los dueños del medio y sus intereses.
No es gratuito que RCN en una de sus emisiones del noticiero, el viernes 30 de abril, dijo que los manifestantes en Cali estaban celebrando unos cambios superficiales y cosméticos al proyecto de reforma tributaria. Tampoco lo es que Caracol en todas sus emisiones mencione con mucha insistencia la palabra “vándalos”, apuntando a insertar ese vocablo en la cotidianidad de los televidentes. Igualmente, lo que publican la Revista Semana, El Tiempo y El País (de Cali) buscan, soterradamente en algunos casos, minar la legitimidad del paro, de los manifestantes, de la minga misma entre la opinión pública. Caso particular es Noti5, uno de los noticieros que emite el canal Telepacífico, que no es más que una plataforma comunicativa de la derecha del Valle del Cauca. Todas estas acciones hacen que la gente que consume ingenuamente sea una caja replicadora de la opinión publicada por los grandes medios de comunicación.
El hecho que no haya una opinión pública libre, crítica, amplia e informada, atenta contra la salud y la estabilidad de la democracia. Malcolm X lo planteó en su momento en una frase que se ha vuelto viral: “si no estás prevenido ante los medios de comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido”. Justamente esa concentración de poder hace que no haya mecanismos efectivos que democraticen la vida social.
Solo por dar un ejemplo. El domingo 9 de mayo hubo una situación que mostró la degradación del conflicto en su expresión más crítica. El sur de Cali presenció tiroteos, heridos, desmanes y daños. El País (de Cali) tituló la situación así: Grave situación de orden público en el sur de Cali: indígenas atacaron a la comunidad. Por su parte, El País (de España) lo tituló así: Civiles armados disparan a grupos indígenas y el caos se apodera de Cali. El nombre de los periódicos es el mismo, los intereses radicalmente diferentes. El de Cali busca deslegitimar a los indígenas y echarles toda la culpa del acontecimiento vivido; el de España procura aproximarse más hacía lo que realmente pasó. Y no es una mera opinión porque al final del día resultaron entre 8 y 12 indígenas heridos con arma de fuego. Una estudiante de filosofía de la Universidad del Cauca, lideresa indígena, recibió 2 disparos en el abdomen. Afortunadamente se está recuperando. Ningún habitante del sur de la ciudad terminó lesionado con arma de fuego.
Esto me permite decir que los medios internacionales sí están cumpliendo el papel del “cuarto poder”, es decir, el control hacia los otros poderes. Por ejemplo, en Siloé le pidieron al corresponsal de la Deutsche Welle (DW), que tenía casco y chaleco antibalas, que no se fuera, porque la policía no se atrevía a disparar en presencia de él. Y en una entrevista para el programa Conclusiones de CNN, presentado por Fernando del Rincón, interpelaron como es debido a Álvaro Uribe Vélez, haciendo que él entrara en cólera. Otros medios como la BBC y el ya citado El País (de España) buscan, al menos, ampliar el prisma de explicación y análisis de la situación.
No obstante, hay que reconocer los medios más locales, más pequeños y que buscan responder a los intereses de la democracia. Aquellos medios que entrevistan a los manifestantes, que llevan las cámaras a los puntos de concentración, y a los que, en estos momentos, hacen reportajes de guerra. Merece reconocimiento especial el Canal Dos Cali.
La democracia encuentra sus vitaminas en los medios de comunicación extranjeros y en los pequeños, que se engrandecen cuando los grandes se velan defendiendo el statu quo y manipulando la opinión. Los extranjeros y los pequeños estoicos son el último bastión de la libertad de expresión, comunicación y opinión.