Les debo parecer cansón y repetitivo. Intento incluso quedarme con lo mejor. Yo soy el más fiel oyente del Pulso del Fútbol. Todos los días camino hasta la oficina escuchando los programas que acumulo. Todos los días es la misma decepción. Yo de Oscar Rentería no voy a hablar. A Oscar es imposible no quererlo. Es un tipo honesto y, los que lo conocen, saben que es un bacán. A mí me consta. Una vez lo vi en un restaurante en La Habana. Era un 31 de diciembre del 2016. Oscar comía, junto a su esposa, un cerdo cubano. Era mediodía. Me le acerqué y lo saludé. Cada fin de año, antes de la pandemia, Oscar, quien también es un músico, un compositor de éxito, le gusta visitar el Caribe y conocer los secretos de la música que le apasiona. Oscar siempre ha sido eso, un tipo entregado a sus obsesiones. El vacío que dejó Iván Mejía es inmenso pero uno termina acostumbrándose a Rentería. Le perdonamos, incluso, que no tenga ni idea de fútbol europeo.
Con César la relación es complicada. De un tiempo para acá, el valiente periodista que se atrevió a nombrar a Colombia por su nombre, país de mierda, el mismo día que la ultraderecha mandó a matar a Jaime Garzón, ahora ha usado El pulso del fútbol, el más legendario de los programas deportivos de la radio colombiana, como la trinchera donde defiende lo idefendible. Desde ahí enfiló baterías contra los que le hacían oposición en la DIMAYOR al nefasto y muy Vargasllerista Jorge Enrique Vélez, desde ahí intenta vendernos la idea de que la Liga Colombiana es la mejor liga del mundo y que no podemos pedirles resultados a los equipos porque, pobrecitos los dueños de los equipos, ellos no tienen por qué invertir, el fútbol es un negocio. César Augusto es de los periodistas, cómplices del Gran Banquero, que dice “Marchas si, bloqueos No” y ahora es uno de los abanderados, de los pocos abanderados, de una causa nefasta: promover la Copa América en Colombia.
Ni siquiera la CONMEBOL se atreve a tanto. Está pensando en las próximas horas quitarle la sede a Colombia. No tenemos cabeza para pensar en un torneo continental. Es más, deberíamos cancelar lo que queda de campeonato. ¿De verdad merecemos tener una Liga con los problemas que están sucediendo, con la represión policial que deja muertos, con un gobierno a punto de caer? ¿qué necesidad tiene un periodista de 62 años de dilapidar su prestigio poniéndose de lado de sus dueños? ¿Será que César cree que es eterno y, por eso, cree que aún teniendo la edad de un anciano tiene mucho que perder? Pedir que se haga la Copa América en Colombia es otra batalla que perderá el Peter Pan del Periodismo Nacional. Después intentará acomodarse, quedar bien con Jesurum y con el oyente que está cansado de Duque y del jefe de Duque. Uno no puede ser tan caradura para promover un evento continental en un país infestado de COVID y en guerra como Colombia.
Iván Mejía, en el culmen de su popularidad, decidió dar un paso al costado. Se fue por la puerta grande. César debería hacer lo mismo y Caracol refrescar el programa con alguna de estas opciones: Julián Capera, Nicolás Samper, Daniel Angulo, Steven Arce. Opciones es lo que hay. En la nueva Colombia no hay más espacio para periodistas complacientes y mediocres como Eduardo Luis. Necesitamos gente comprometida con los social, periodistas con la grandeza intelectual de Varsky, de Simón. Se viene una camada muy buena e interesante. Ojalá César Augusto y los otros vegetes se retiren y les den espacio. Ojalá se den cuenta de que no los quieren más.
