Como seres humanos somos emocionales. A diario sentimos emociones y las expresamos. Son una maravilla y más ahora que los ánimos de los colombianos están a flor de piel.
Quiero detenerme en solo tres emociones primarias (miedo, alegría, ira) y ubicarlas en el contexto que vive nuestro país.
Miedo. Al mejor estilo de los nazis que predicaban que “la mejor arma política es el terror… los hombres podrán odiarnos, pero no queremos su cariño, solo queremos su miedo” (Heinrich Himmler). Nos han gobernado bajo el imperio del miedo por medio de leyes que reprimen, vulneran nuestros derechos, quitan la libertad, amenazan y matan. Ellos dicen: "no marchen, es peligroso", "no sirve", "el país no puede parar, hay que producir", "las pérdidas serán enormes", "nos volveremos como Venezuela o Cuba", "las Farc se tomarán el poder" y "si no se aprueba esta reforma el pueblo será más pobre". Si salimos a marchar hay reprensión y disparan a discreción. Cualquier atisbo de lucha por reinvindicación nuestros derechos lo eliminan sin piedad. Amenazan con expropiar por hacer uso constitucional de la protesta. El miedo es su arma, lo necesitan para que sigamos con la cabeza agachada, sumisos y dóciles. Deben saber que nos han quitado todo hasta el miedo y alguien sin miedo no le teme ni a perder su vida.
Alegría. Al pueblo, pan y circo, describe la práctica de un gobierno que, para mantener tranquila a la población u ocultar hechos controvertidos, provee a las masas de alimento y entretenimiento de baja calidad. Además, con criterios asistencialistas, es experto en entretener con alegrías pasajeras para hacer olvidar los problemas de fondo. De verdad, han vendido la narrativa de que somos el país más feliz del mundo. Y eso no es todo, venden una chispa de bienestar con un tamal, un billete de veinte o cincuenta mil pesos, una promesa de trabajo, un subsidio monetario, falsas expectativas y de manera grotesca circo (Copa América 2021 en Colombia). Todo con la intención de generar sensación agradable de satisfacción y bienestar para espantar el descontento del pueblo. Que no se equivoquen, este pueblo ya despertó. En las marchas se ve alegría de unidad y de resistencia.
Ira. ¡El pueblo esta berraco! Son los pregones de miles de personas en las marchas. Ira colectiva. Todas las emociones cumplen una función y tienen un propósito. Esta emoción, bien gestionada, es muy poderosa, pues da el valor necesario de poner límites, frenar los abusos, y te prepara para la defensa y la protección ante las amenazas. El pueblo está cansado, dijo ¡ya no más! Además, se armó de valor para manifestar su descontento. Aún en medio de una pandemia mundial, de la opresión y del abuso, salió a notificar al gobierno. Ya no cae en la trampa del “pan y circo”. Ya no tiene miedo y ellos lo saben bien. Tal como dijo Esquilo: “La voz de un pueblo es peligrosa cuando está cargada de ira”. Hay un pueblo, una nueva generación sin miedo a perder pues todo se lo han quitado.
Esta ira también se debe reflejar en las urnas. Debemos salir a “votar verracos” en contra de toda esa clase política que nos ha oprimido siempre. De lo contrario, estaremos condenados a sus abusos.
