Una de las noticias de escándalo ha sido el derribo de las estatuas. Pronto salen los defensores del patrimonio material e inmaterial a dar voces contra los atentados, pero llama la atención, en general, que se oculta la historia de los personajes y los hechos por los cuales se derriban los monumentos. Igualmente sucede con las manifestaciones, marchas y protestas que se presentan en distintos lugares de la geografía. En los noticieros se informa la alteración del orden público y se condena la realización de tales hechos, mas no se analizan los motivos que han llevado al bloqueo de calles, carreteras o sitios en las ciudades. Se resalta la obstrucción de las vías, los incendios, los asaltos producidos por los vándalos, al mismo tiempo que no se identifica quiénes son los bárbaros.
En las noches los cacerolazos se han escuchado en muchas ciudades, al mismo tiempo que las manifestaciones de inconformidad se han hecho presentes en distintos barrios de la ciudad. Los medios, en general, informan sobre lo que ocurrió, pero la forma como lo hacen lleva implícito el mensaje que tales manifestaciones son actos que no se deben realizar. Y se condena con el temor que avance el contagio de la pandemia. Sorprende la preocupación por la salud pública cuando se desconocen las condiciones sociales que hacen que el covid se extienda. Una de las medidas que llama la atención es el de toque de queda con la finalidad de contener la peste. Se decretó tal medida, que ha sido desbordada, dado que, las calles se encuentran inundadas de rebeldes que recorren la ciudad, hecho que significa que las autoridades poca aceptación tienen, para la mayoría de los ciudadanos.
Alguien decía que una vez más los estudiantes salen a joder y que, por tanto, hay que bautizarlos con gases lacrimógenos y balas de goma. Pero cuando se indaga a los jóvenes se dibuja en el rostro que no ven futuro. ¿Vale estudiar? No hay esperanza de conseguir un trabajo aceptable. El campo laboral ofrecido es el trabajo por horas o contratos a corto tiempo, baja remuneración, pues, luego de haber permanecido en la universidad cuatro o más años se le ofrece un salario que no llega a dos salarios mínimos. A lo que hay que añadir que no hay contratos de trabajo a término indefinido, la salud ha sido entregada a entidades que hacen de ella un negocio, tampoco tienen los profesionales la esperanza de que con el paso de los años tengan una pensión.
En el horizonte lo que se hace visible es el crecimiento de la pobreza y ya se sabe que una de las mayores desgracias de un hombre es ser pobre, porque ser pobre y miserable no es ninguna bienaventuranza. Mientras tanto por televisión y en cadena quienes se encuentran en el poder tienen como meta la “solidaridad sostenible” supuestamente para beneficiar a los pobres. Y se pregona el diálogo con quienes protestan, pero se militarizan las ciudades y los campos.
