Pasados 15 minutos de la madrugada se escucharon los primeros dos estallidos que despertaron a los habitantes del norte de la capital boyacense y que dispararon todas las alarmas de una comunidad que hasta ahora había sido ajena a la violencia y terrorismo estatal.
Bastaron un par de minutos para que las redes se colmaran de videos en los que se evidenciaba el abusivo actuar de la fuerza pública, que cual matones a sueldo descendían de vehículos buscando cazar sus presas
A la mente de los tunjanos llegaron las imágenes del recordado paro agrario, en el que igualmente la policía rompió casas y agredió ciudadanos aleatoriamente, y el temor volvió a sentirse entre cada uno de los tunjanos.
A los ciudadanos indignados, que horas antes habían dado ejemplo de una protesta auténticamente pacífica en la Plaza de Bolívar (obviamente sin la presencia del Esmad), los acorralaron en la UPTC, como cada vez que hay protestas, y allí los mantuvieron cautivos bajo la amenaza de gases lacrimógenos, balas de goma, bolillo y mucha represión.
Mientras tanto el "bueno" de Alejandro ni se enteró. Apenas lanzó al aire un par de ronquidos que pretendieron competir con los estruendos que al otro lado de la ciudad causaban terror entre la ciudadanía.
Siendo la 1:30 am es todavía incierto lo que ocurra, pocos tienen ganas de irse a dormir, y los que pretenden hacerlo han tenido que lidiar con el sonido de las bombas de estruendo, las motos, los disparos y los gritos de terror de los manifestantes que claman porque se les respete la vida.
Por ahora solo queda esperar que las calles no amanezcan ensangrentadas como aquel 2013 en el que la fuerza pública rompió cráneos por simple sospecha.