La radiografía de una decadencia electoral: en 1994 cuando Ernesto Samper ganó la Presidencia de la República, el Partido Liberal obtuvo en las elecciones al Congreso 2.621.201 votos. Fue el partido más votado con 51,4 % de la votación y eligió 56 senadores y 88 representantes. En 1998, cuando Horacio Serpa fue derrotado por Andrés Pastrana, siguió siendo el partido más votado con 3.897.373 votos con el 49,3 % de la votación y eligió 48 senadores y 84 representantes.
Samper fue elegido con 3.733.336 votos, el 42 % de la votación y Serpa perdió en segunda vuelta con 5.658.518 votos, el 46,5 % de la votación. Desde entonces no solo no ha pasado a una segunda vuelta, sino que su votación tanto en las presidenciales como en las parlamentarias ha venido cuesta abajo en la rodada.
En el 2002 Horacio Serpa sacó 32,6 % de la votación y en el 2006 11,8 %, con solo 1.404.235 votos. Para 2010 Rafael Pardo solo obtuvo 638.302 votos y quedó de último en la contienda. Para 2014 ni siquiera hubo candidato presidencial y en 2018 Humberto De La Calle obtuvo 400.151 votos.
En el Congreso no le fue mejor. En 2018 obtuvo 1.901.933 votos y eligió 14 senadores y 25 representantes. 42 senadores y 63 representantes menos que en 1994. Lo curioso es que esa votación no ha disminuido radicalmente, pues en 1994 obtuvo 2.621.201. Lo que han aumentado son los votantes, puesto que en 1994 su votación representó el 51,4 % del total y en el 2018 solo el 12,4 %.
Parodiando a don Jorge Manrique cuando dijo en sus coplas del siglo XV, ¿Qué se fizo el rey don Juan? Los Infantes de Aragón, ¿qué se fizieron? ¿Qué fue de tanto galán? ¿Qué de tanta invención que truxieron? ¿Qué se fizo el Partido Liberal? ¿No es acaso su actual presencia en el mundo político apenas una vaga sombra de su antigua grandeza, un recuerdo de hace medio siglo cuando determinaba la orientación de la política en Colombia y fue directamente responsable de los más importantes avances sociales? ¿Qué posibilidades existen de volver y retomar esa agenda progresista?
________________________________________________________________________________
No tiene hoy un candidato presidencial elegible, lo cual quiere decir que no puede cumplir la función básica de la existencia de un partido político que es la búsqueda del poder
________________________________________________________________________________
El hecho político es que mantiene un respetable caudal electoral, perfectamente comparable a los partidos de mayor tamaño de hoy en día. Centro Democrático, Cambio Radical, la U y el Conservador, los tres primeros de origen liberal. Pero no tiene hoy un candidato presidencial elegible, lo cual quiere decir que no puede cumplir la función básica de la existencia de un partido político que es la búsqueda del poder. ¿Se está fragmentando hasta desaparecer? Ha pasado de ser una coalición de matices de izquierda, afortunada definición de Alfonso López Michelsen, a un grupo sin identidad ideológica, que defiende unas curules para negociar prebendas con el gobierno de turno. ¿Cómo podría resurgir?
Se celebran los 30 años de la promulgación de la Constitución de 1991, que fue el último gran acto histórico propiciado por el mundo político, durante el gobierno liberal de César Gaviria. Fue un proceso audaz, sin precedentes, rompiendo patrones y normas establecidas. Su desarrollo ha tenido luces y sombras, pero forjó la arquitectura institucional que tenemos hoy. Fue en su concepción y desarrollo un logro del Partido Liberal. El presidente de entonces es hoy el director del partido, y dado que oscilamos entre el populismo de derecha y el de izquierda, tiene la oportunidad histórica de hacer con él algo semejante a lo que hizo con la Constitución: renovarlo, unir fuerzas antagónicas, recoger antiguos aliados, presentar un programa gobierno.
Y por supuesto, estar en el lugar que le corresponde en este mundo de coaliciones, que es buscar una alianza, como partido, con un candidato y con una agenda propia, con la coalición de centro izquierda que se está organizando con extrema dificultad. Ayudaría así a despejar el camino de esa coalición, que debe definir una candidatura única alrededor del que gane en el enfrentamiento de las diferentes fuerzas políticas que allí están.
Que el Partido Liberal se una al esfuerzo de acabar con la polarización populista y contribuya a devolver el equilibrio al mundo político, sería estar a la altura de su historia y de sus ejecutorias. Recuperar su espacio entre la gente. Y sus esperanzas.