Las manifestaciones del 28 de abril y de los días subsecuentes se venían sintiendo hacía un buen tiempo. El malestar general hacia el mandato irrisorio de Iván Duque no es algo que nació de la noche a la mañana. Es más, es algo que lo ha acompañado desde el inicio de su gobierno.
El pueblo colombiano hizo valer sus derechos y salió a protestar contra una reforma tributaria que solo era la punta de un gigantesco iceberg lleno de corrupción, robos, malos manejos por parte de los poderosos y el descontento social general por culpa de un presidente y un gabinete de ministros que a veces pareciera que no saben ni donde están parados.
Al fin y para bien del pueblo, el 2 de mayo se dio a conocer que Iván Duque echó para atrás la propuesta de la reforma tributaria. Por fin el pueblo se hizo sentir y escuchar después de días caóticos para el país. Sin embargo, aún falta un largo trecho.
Señor presidente, el descontento general no va a terminar con que usted quite una reforma que desde un principio no se debió ni plantear. Este pueblo, este país, está cansado de la corrupción, de sus malos manejos, de su falta de criterio y empatía con un pueblo que usted solo voltea a mirar cuando necesita votos para las elecciones, o hacer ese populismo que tanto le gusta.
En este momento el pueblo de verdad está berraco y no va a parar hasta que se haga el cambio que este país y que todos los colombianos necesitamos. Para eso debemos ser conscientes de que, como decía el gran Jorge Eliécer Gaitán, "el pueblo es superior a sus dirigentes".