Las manifestaciones que se han visto en los últimos días dicen una sola cosa: la dignidad y la vida están por encima de la economía; esta debe servir a las personas, cosa que los políticos parecen haber olvidado.
El grito es alto y claro: muchos están dispuestos a arriesgar lo que no tienen con la esperanza de alcanzar una poca de dignidad y respeto. Cosas que solo pasan en Colombia en pleno siglo XXI. Qué descaro.
Por amnesia histórica muchos eligieron mal. Votaron por un personaje con más dotes de farandulero y artista (con perdón de los artistas y faranduleros) que de político. Se dejaron engañar por sus cachetes regordetes y sus canas prematuras.
Estamos atornillados a un pasado decadente gracias a políticos cacrecos y prostáticos que mueven los hilos a su gusto, que tienen una visión estrecha, que niegan la realidad del país que gobiernan, que le meten el dedo a esa marioneta de cerdito y que lo ponen por las pantallas a decir que todo está bien. Sí, cómo no, moñito.
Los administradores mayores, en su calidad de ministros, no saben ni cuánto vale lo que se llevan a sus fauces. Además, tenemos representantes y congresistas de papel que solo sirven de teatro para decir que en Colombia somos muy democráticos... porque tenemos más de 250 ineptos que lo único que les importa es cobrar una millonada; dinero de nosotros los contribuyentes, sus legítimos patrones.
Muy pocos de estos HP (honorables parlamentarios) se salvan y hacen un trabajo más o menos tolerable. De hecho, si los contamos, sobran dedos en las manos. ¿En serio es necesaria tanta gente? ¡Dios mío, que alguien me explique por qué!
¿Que estamos en crisis y el gobierno tiene que conseguir plata? Allí está el dinero: si no quieren perder su muy preciada curul bájense el sueldito, así sea a la mitad y así sea solo por lo que les queda de mandato legislativo. Pongan el ejemplo, carajo. Si hay dios y suerte para los ciudadanos de a pie, puede que ese salario les quede así de manera permanente. Con 15 o muchos menos millones de pesos pueden seguir viviendo bastante bien, ¿no les parece?
Otra forma de conseguir dinero es sacar al presentador de televentas que tenemos por presidente, que debería buscar ayuda en su EPS (cosa que no debe tener ni idea qué es o como funciona) y encontrar otra manera de lidiar con ese complejo de estrellita frustrada que tanto ha dejado ver. ¿No sabe que existen plataformas digitales en donde, citando a un “gran” administrador, pueden hacer lo mismo y más barato?
¡Oiga, Iván! No hay nada malo en pedir ayuda, deje de robar pantalla. Estos tiempos extraordinarios merecen medidas extraordinarias y, sobre todo, ser creativos. ¿O es que ni usted sabe cómo funciona su economía naranja? Sea recursivo, pero no se desquite con el bolsillo del que menos gana.
Sí el gobierno necesita plata, ahí está: que todo el aparato del Estado, que bien grande y paquidérmico sí es, se ponga la camiseta y deje de estársela robando a los colombianos de a pie. Desde que comenzó la pandemia ese colombiano es el que ha tenido que plantarle pecho a la crisis con nuestra virtud más polémica: aguantar. ¡Oigan, señores políticos, ya se están dando mucha garra con esa desproporción de reforma que quieren clavarnos! Y todo por conservar una calificación crediticia, ¡no jodás!
El gobierno alborota el avispero y después se rasga las vestiduras cuando la gente reacciona de la forma más (i)lógica en estas circunstancias. Además, demerita el derecho a la libre protesta, poniéndole atención a los vándalos infiltrados que hacen parte de la nómina de la dictadura narcoparamilitar que es este gobierno apadrinado por el macho innombrable de los tres huevitos. Este país está obsesionado con los huevos y con elegir huevones. Vaya que tenemos huevo y muchos más tenemos hambre, hambre de paz y algo de dignidad.
¿O es que, como a cierto coronel de la literatura, piensan dejarnos comiendo mierda?, ¿más de la que nos ha tocado soportar? Estas sí son muchas agonías...