El 22 de abril de 2021, Everth Hawkins Sjogreen (gobernador de San Andrés) fue puesto en libertad por orden del Tribunal Superior de Bogotá. En su ausencia no se hizo visible una gobernanza efectiva, a pesar de los estragos que produjo el huracán lota en el pueblo sanandresano, la llegada del COVID-19, y la judicialización irresponsable que le hizo al mandatario la Fiscalía por el supuesto de pervertir el debido proceso al régimen contractual. Ahora bien, esto conlleva a un alto compromiso para lograr avances en la gestión pública que impliquen garantizar la legitimidad en la gobernabilidad.
Al haber retomado el cargo de gobernador, los retos para San Andrés, Providencia y Santa Catalina demandan de un foco claro, basado en estrategias con tácticas. La capacidad de decisión debe reflejarse en impactos certeros, de manera oportuna, porque el tiempo no espera; un plan de choque de gestión que implique “impactar” con fuerza, para avanzar en la gestión con sentido social.
Tanta polarización y división de la sociedad exigen de ideales que contribuyan a la inspiración misma, ante un pueblo divido y víctima de la aclamación del odio y la venganza. Es la hora para empujar a la confianza y la capacidad de cambio, para que desde el Coral Palace se reelaboren las estrategias para mostrar un cambio de rumbo, que desde tiempo atrás no ha reconocido desigualdades sociales. Así lo exige San Andrés, así se siente.
El centralismo avasallante no ha querido reconocer la importancia de este pedazo de territorio, que se corresponde con la importancia de su mar: con una alta connotación estratégica, no correspondida, a la luz de una fuerte política pública de Estado. Es innegable no haber sentido un proyecto de nación, con las fuerzas necesarias para alcanzar consensos ante las desigualdades y protuberantes brechas de pobreza existentes.
El desarrollo económico y social del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina ha tenido una estrecha relación frente a los ojos del gobierno central, que ha obedecido a una trivialidad e insignificancia con que se ha mirado desde el poder central su destino, incluyendo su valor para el Caribe, junto a la indiferencia de los dirigentes regionales que no han defendido sus intereses con grandeza.
En todas partes existen individuos dispuestos a destruir las ideas de los demás, en este caso de San Andrés. Con la llegada del gobernador titular, valga el momento para la reflexión, para una revisión al interior, para lograr un cambio de giro con otra actitud, para que la gente se reconozca a sí misma por un instante, para rodear al proyecto de gobernanza y dejar a un lado tanto reniego.