A Quintero ya no le sonríen las encuestas

A Quintero ya no le sonríen las encuestas

Si bien el mandatario de Medellín se encuentra quinto entre los alcaldes de acuerdo con la más reciente medición de Cifras & Conceptos, parece que su favorabilidad va a la baja

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
abril 26, 2021
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A Quintero ya no le sonríen las encuestas
Foto: Twitter @QuinteroCalle

A diferencia de mediciones anteriores, los funcionarios y el ejército virtual de la “familia quinterista” guardaron silencio sobre los resultados de la más reciente encuesta de Polimétrica de Cifras y Conceptos, en esa Quintero se ubica en quinto lugar entre los alcaldes, con un 68% de favorabilidad. Una cifra que sigue siendo alta, pero que confirma una clara tendencia a la baja en la imagen del alcalde. Además, resulta siendo particularmente baja para un alcalde de Medellín, pues los paisas, por lo que considero es un sentido identitario de orgullo, tienden a ser indulgentes con sus gobernantes y los valoran mayoritariamente de forma positiva. De ahí que los números de Quintero marquen la favorabilidad más baja de un alcalde de Medellín en los últimos años.

Son varios los factores que explican ese bajón, entre ellos: la sobreexposición del alcalde en temas que le han generado desgaste; su actitud reactiva con los sectores opositores y esa sensación de que las cosas van por mal camino que seguro le están pasando factura a su imagen.

Hienas y encuestas

Cada que sale una encuesta donde su favorabilidad pinta a la baja, Quintero dice lo mismo: en la campaña perdimos en todas las encuestas y “les creemos cuando nos va bien”. Ya es un lugar común afirmar que las encuestas son la fotografía del momento, tan solo la instantánea del estado de ánimo de una sociedad. Por eso, no se deben convertir en anclas emocionales o en el motor de un gobierno, eso implicaría caer en el mal llamado “Estado de opinión”; sin embargo, si son instrumentos que permiten plantear proyecciones al momento de tomar decisiones. Con Quintero sigo creyendo que su principal problema se encuentra en su irregular estrategia de comunicación, problemática porque se vislumbra en dos niveles; por un lado, la comunicación institucional, neutra y mesurada, propia de una entidad; por el otro, el hervidero de su cuenta personal en Twitter (que desde que asumió en La Alpujarra ha crecido en 60%) que habitualmente se convierte en un foro de discusión; halagos prefabricados y barras bravas. Sin duda, eso confunde.

Asimismo, la actitud reactiva del alcalde con la oposición también resulta problemática en términos de comunicación, pareciera como si Quintero estuviera empeñado en fraccionar la opinión de la ciudad entre aquellos a quienes ahora “les pertenece” y quienes solo son “viudos de poder”. Esa visión dicotómica de la realidad social genera divisiones prácticas en el imaginario de la ciudad, tal vez por eso sea tan difícil cuestionar a Quintero sin ser tildado de uribista, fajardista o pro-GEA. Su estrategia personal y parcialmente institucional de comunicación es en extremo divisoria, retadora y en ocasiones ofensiva. Personalmente, lo invito a él y a su secretario de Gobierno, Esteban Restrepo, a no seguir tildando a sectores opositores como “hienas hambrientas de puestos o contratos”. Ejercer la oposición es fundamental en cualquier ejercicio democrático y resulta muy molesto escuchar ese tipo de ataques por parte de los detentadores del gobierno.

Un desgaste natural

A su problemática estrategia de comunicación le sumaría un desgaste natural profundizado por los efectos sociales derivados de la pandemia. En este punto hay que ser comprensivos y entender que todos los gobernantes se encontraron con un reto para el cual no existía libreto. A todos se les desbarató su visión de gobierno a corto plazo y se les distorsionaron sus prioridades inmediatas. Casi que están ejecutando dos planes de desarrollo; con el que se eligieron y el que les ha impuesto la volatilidad de una enfermedad imprevisible. De ahí que considere que promover revocatorias en estos momentos resulta cuando más insensato y patético.

Ese relativo estancamiento de las prioridades viene afectando la imagen de los alcaldes en olas que se mueven al vaivén de la pandemia (Pumarejo ha saltado de lo más bajo a lo más alto), ahora, Medellín atraviesa por un momento crítico y con su capacidad hospitalaria al tope. Tomar medidas restrictivas (y necesarias) que afectan sectores económicos propicia un descontento focalizado que a la larga se puede ir ampliando. Es este un factor exógeno, pero que bien se puede agudizar si no hay una comunicación asertiva. Creería que la favorabilidad de Quintero seguirá fluctuando, aunque dudo que vuelva a los niveles a los que llegó a mediados del 2020 (por encima del 80%).

La oposición sí ha marcado agenda

Ya en otros escritos he analizado el tipo de oposición que le asiste a Quintero, muy dinámica y variada. A pesar de que no se encuentra articulada en torno a un bloque homogéneo (como lo quieren hacer ver sus seguidores), si ha movilizado agenda en la opinión y ha tenido impacto en diversos medios de comunicación. No solo los que dejaron de recibir pauta de la alcaldía. En el aire Quintero va quedando como el directo responsable de la crisis en EPM; la cooptación de porciones de la administración por parte de la clase política tradicional; manejos cuestionables en Buen Comienzo y el Jardín Botánico, temas que el alcalde considera que la oposición repite hasta la saciedad cual estrategia goebbeliana, no obstante, sí encierran preocupaciones ciudadanas legítimas y a las que vale la pena prestarles atención. Asumir el sofisma de que la “mayoría está con nosotros”, restándole espacio de interlocución a una supuesta “minoría”, es un indicio de un dirigente arrogante y con visos de autoritarismo. Algo muy propio de Federico Gutiérrez.

Las encuestas no son hojas de ruta

A los politólogos nos encantan las encuestas. Son de mucha utilidad para hacer análisis y  establecer proyecciones que a veces no llevan a ningún lado. Nos pueden conducir a la inhóspita frontera de la futurología y la especulación, por eso, no hay que tomárselas tan enserio cuando se hace una lectura, social y extrasocial, de un determinado contexto. Con Quintero solo veo el desgaste natural de un alcalde con serios problemas de comunicación e inconsecuente en ciertas decisiones. No podría afirmar que seguirá bajando o que volverá a tocar techo, la opinión es muy imprevisible y eso es lo que miden las encuestas. Solo que, si me resulta curioso que ahora que no le sonríen, no salgan sus secretarios y funcionarios a exhibirlas en redes sociales cual fetiche de que “estamos haciendo las cosas bien”. Seguro no resulta muy necesario ya que “el futuro se parece a nosotros”.

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