Mientras que el gobierno central lucha por tener vacunas para cumplir con las metas trazadas, muchos colombianos no ponen el hombro motivados, en gran parte, por información errada que se transmite por algunos medios y redes sociales, también por mitos y hasta por la falta de credibilidad en la existencia de la pandemia.
Una gran cantidad de expresiones del calibre siguiente escuché en Cali mientras hacía cola para que me fuera aplicada la respectiva dosis en el Megacentro de Vacunación habilitado en el Pascual Guerrero. Fue el pasado 17 de abril, la fila era extensa y estaba entre los últimos:
- “¡Véalos… haciendo cola para que los maten…!”, gritó un hombre mayor de 65 años que se desplazaba en bicicleta.
- “Mijo… mejor vámonos para la casa, que esa vacuna nos vuelve locos”, le manifestó una octogenaria esposa a su esposo, quien terminó convenciéndola de recibir la segunda dosis.
- “¿Cierto qué es paja que en la vacuna le meten a uno un chip para hacerle seguimiento?”... (Como pude le expliqué que eso no era cierto y que, además, en Colombia no hay un servicio de inteligencia tan avanzado y sofisticado).
- “Se dice que esa vacuna le cambia a uno el sexo… los hombres se vuelven mujeres y ellas hombres…” (menos mal que varios compañeros de cola soltaron la carcajada…).
Días antes un contertulio me manifestó que él no se haría vacunar “porque eso le cambia el color de los ojos a uno…”.
Estos ejemplos los traigo al presente para llamar la atención sobre una realidad que se siente en todo el país y que ya comienza a llamar la atención: en Colombia el gobierno nacional se esfuerza por contar con las vacunas, pero hay un grueso de la población renuente a dejársela aplicar, mientras que un amplio número siguen esperando que los llamen para la segunda dosis.
De acuerdo con el presidente Iván Duque la meta es haber llegado a 5 millones de personas vacunas el próximo 4 de mayo, siguiendo con las proyecciones del Plan Nacional de Vacunación, el mismo que apunta a 35 millones de colombianos inmunizados, bajo la llamada “teoría del rebaño”, que consiste en tener tantos vacunados que terminan por frenar la velocidad de contagio, al punto de reducirlo a niveles manejables por el sistema de salud.
Para tener un acercamiento al panorama que se tiene en Colombia, miremos el estado a 21 de julio, de acuerdo con cifras aportadas por el Ministerio de Salud: se contaba con 2.521.944 casos recuperados (personas que superaron el COVID-19); a ese día se tenían 100.645 personas activas, al tiempo que el país alcanzaba la dramática cifra de 69.596 fallecidos, toda una lamentable cadena de dolor y duelo.
Ciencia e incredulidad
El panorama es de contraste, pues mientras que desde la ciencia se trabaja con profesionalismos, entrega y mística por ofrecer vacunas, la incredulidad, los mitos y hasta informaciones erradas o sin el contexto necesario terminan por minar la credibilidad que tanto se requiere en situaciones como estas.
El tan difundido video de la jeringa sin líquido, hace que gran cantidad de personas que acuden a los puestos de vacunación exigen que les muestren el frasquito con el líquido y llegan a enojarse porque no se los dejan tocar, sin tener en cuenta que la negativa a estos último es por razones de bioseguridad.
Recientemente información difundida por medios de comunicación sobre trombos en algunas personas en Europa, no ha tenido seguimiento, ni contexto requerido, y hay ciudadanos que a su vez lo difunden generalizando y con ello ayudan a crear pánico. Y para agravar la situación redes sociales terminan replicando la información sin el contexto necesario y responsable.
Mientras esto ocurre, a nivel mundial, comienza a registrarse escasez de vacunas ante el aumento de la demanda y la necesidad que la producción responda a protocolos y procesos exigidos, a lo que se suman los trámites exigidos para las importaciones.
Como se puede apreciar, lo más sensato en estos momentos es “poner el hombro” a la vacuna contra el COVID-19, pandemia que en nuestra región comienza a ingresar al temido “tercer pico”.
Megacentros, un ejemplo
En medio del avance de la pandemia que tiene en Colombia de nuevo al sistema de salud en alerta roja, surge una estrategia que se ha convertido en modelo nacional: los megacentros de Vacunación de Cali.
Consisten en sitios amplios habilitados en diversas zonas de la ciudad para evitar mayores desplazamientos. Allí se atiende a afiliados a distintas EPS y, mediante enlace en línea, se cruza información con el propósito de validar el registro. Estos sitios se caracterizan por su eficiencia en el proceso de registro, información y vacunación, al tiempo que se brinda un trato ejemplar a los ciudadanos. Todo el personal asignado ha recibido capacitación y órdenes estrictas sobre la atención a los usuarios.
Para las personas de mayor rango de edad se permite acompañante esto con el propósito que contribuyan a los desplazamientos, al suministro de información y para mayor tranquilidad de las personas al momento de ser vacunadas.
Aunque al comienzo de la jornada se hacen largas colas, estas se mueven rápido apenas inician la atención, porque a interior la atención es ágil y se cuenta con suficientes espacios y puestos de atención y vacunación.
Ya este sistema de megacentros ha sido observado por el Ministerio de Salud y por las autoridades sanitarias de diversas ciudades con el propósito de replicarlos.
