El espectáculo de mal educarse

El espectáculo de mal educarse

"La crisis en la calidad educativa persiste en forma y fondo, y son muchos los signos que se contraponen para superarla"

Por: Claudia Sumoza Alfaro
abril 23, 2021
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El espectáculo de mal educarse

Después del agua y la energía solar, la información es el elemento que brinda ser, voz y sentido a la sociedad de hoy. El mundo nunca antes estuvo más conectado que ahora: Los seres humanos, innecesaria y exageradamente, cada vez se encuentran más entrelazados a través de las redes de comunicación y tecnología. El lenguaje actual es aquel aprobado por las TIC y la redefinición humana viene dada por el arquetipo de hombre globalizante, siempre consensuado, por la audiencia mass media, productora de “espectáculos”. Y es precisamente esta audiencia, la que determina el paradigma educativo, y sobre todo, su exponencial clímax deficitario. La ideología consumista es la fuente de todo poder. Un mismo espectáculo puede nacer y morir en un mismo día, no se necesita de apetitos de edificación de nuevos conocimientos sostenibles, solamente se necesita armar ejércitos vanguardistas de pensares quejumbrosos, marchas, foros sin cohesión, música bailable, maquillaje con definición y más estilo fit que nutran a la sangre fuera del cerebro.

Otrora las barreras geográficas dividían los pensares que emergían (y más si eran diversos), hoy, paradójicamente, la educación rémora en opiniones inquebrantables que ocasionan spotlights cargados de subordinación, enajenación, manipulación, alcanzando infranqueables límites de tiranización, así como de avasalladora ignorancia, en el simple acto de hacernos al conocimiento y apropiarnos de él. Dicho de otra manera, la educación de “todos creer saber algo”, nos satura, nos vuelve expertos en hípica despótica y crea de nuestra existencia un espectáculo para derrotero social. Eso de educarse sea mero flujo cognitivo e intelectual, pasa a un plano que cada vez se aparta de las estructuras primarias conocidas de formación. Lo anterior explica todas publicaciones de desesperanzas aprendidas docentes tan descarnadas, extremistas e insufribles que a diario brotan en las redes sociales de mayor difusión. Como consecuencia de contextos educativos desfavorables, el acceso fácil a internet y el “estar en línea”, resulta mucho más motivante a la apertura de un libro nuevo; la formación de argumentos ya no conmueve por su investigación exhaustiva entre ponentes científicos, puesto que actualmente causa más conmoción el impacto de un desinformado indignado por canales web o trabajar comprometidamente a tallar el cuerpo desde nueva privacidad (convertida hoy video-ventana) para que los demás se conviertan en seguidores de nuestros actos.

La educación para el estudiante (hoy convertido en un espécimen denominado influencer) no es primera necesidad para mejorar lo nocivo; resulta ser más corrosiva la intención de persuadir a las masas que “ser educado es ser anticuado”, tener actitud académica es de cavernícolas e insistir en ella, es condenarse eternamente al exilio. Si tratamos la realidad colombiana, las Pruebas Pisa nos lo muestran, los educadores se hastían del constante derby con sus estudiantes, la lucha contra el deterioro salarial, el desinterés hacia el aprendizaje, el desapego por parte del ministerio educativo y la maquinaria violenta de las redes mueve endémicamente a las generaciones de jóvenes colombianos día a día vivir de espectáculos que los alejan hasta de su propio bienestar.

Pese a que las redes sociales están hechas para desarrollar competencias tecnológicas para que todo estudiante se desenvuelva en contextos diversos, estas imposibilitan a que la socialización tenga lugar, ya que el espíritu americano de la competencia, la supeditación hacia la identidad digital y participar frecuentemente en su posicionamiento, caracterizan vorazmente formas antidemocráticas de sociedad avanzada, dejando en segundo lugar los análisis, la moralidad y el espíritu colaborativo que consigo trae el arte de educar. Contrario a lo que Séneca expresó sobre la naturaleza social del hombre, estas muestran la naturaleza antisocial de los mismos, que debe ser aceptada y cuya tolerancia se vuelve en soportes de “soponcio”.

Y como invitación a debate abierto, el espectáculo de mal educarse sigue machacando a la necedad de no querer hacerlo, puesto que cada sociedad merece la educación que funda, no que la imagina. La crisis en la calidad educativa persiste en forma y fondo, y son muchos los signos que se contraponen para superarla. Razón tenía Lope de Vega al afirmar que “si el vulgo es necio es justo hablarle en necio para darle gusto” En el caso actual, de crear espectáculo.

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