En el siglo XVII se inició en América una escuela literaria llamada barroca o preciosista, denominación que buscó un refinamiento en los modales y gustos de la alta sociedad parisina para enfrentar y desterrar las vulgares y groseras costumbres de la Corte de Enrique lV; destacándose por su insistencia en ornamentar y volver compleja la expresión artística, sobre todo en la poesía, y distinguir a escritores como Lope de Vega, Francisco de Quevedo y Miguel de Cervantes como algunos de sus máximos representantes.
Del mismo modo, esta corriente permitió que escritores y escritoras del Ecuador en aquel siglo, enviaran sus producciones al sacerdote secular Jacinto de Evia en Quito, quien las recopiló y con gran pompa las envió a Madrid, para que el sabio sacerdote Jesuita Félix Lope de Vega emitiera un concepto, haciendo énfasis en los escritos de una poetisa perteneciente en lo político y religioso a la ciudad de Quito, pero residente en Pasto, Jerónima De Velasco de Ladrón de Guevara, hija del Capitán Miguel Ortes Fernández de Velasco y de Doña María Magdalena de la Yuste.
Jéronima fue una dama pastusa que sorprendió a toda una legión de insignes eruditos, lo que le significó ser reconocida en la siguiente composición lírica creada por Lope de Vega, uno de los dramaturgos y poetas más importantes del siglo de oro.
Estrofa I
Parece que se opone a competencia,
De Quito aquella Safo, aquella Erina,
que si Doña Jerónima "divina"
se mereció llamar por excelencia,
¿Qué, ingenio, qué cultura, qué elocuencia
podrá oponerse a perfecciones tales
que sustancias imitan celestiales?
Pues ya sus manos bellas
estampan el Velasco en las estrellas.
Del otro polo, Pola de Argentaria,
y viene bien a erudición tan varia,
pues que don Luis Ladrón, su esposo, es llano,
que mejor "de Lucano"
se pudiera llamar mejor "de Guevara",
y más con prenda tan perfecta y rara.
¡Dichoso quién hurtó tan linda joya
sin el peligro de perderse Troya!
Pero diósela el cielo, aunque recelo
que puede la virtud robar el cielo.
Pero que orgullo para Colombia, Nariño y Pasto que, en estas odas publicadas en 1630, por el sacerdote Jesuita Lope de Vega Carpio, monstruo de la Naturaleza y fénix de los ingenios, llamado así por don Miguel de Cervantes, se encuentre un homenaje a Jerónima De Velasco de Ladrón de Guevara. Homenaje de Lope de Vega, quién, por otro lado, se sabe que llevó una vida de apasionados matrimonios y romances a la par de su obra literaria. De sus matrimonios, este gran autor español, trajo a este mundo una hija con dos grandes pecados para la época: hija de sacerdote y además ilegítima, quien decidió ser monja, para luego ser una destacada escritora de poesía y teatro, Sor Marcela de San Félix (1605-1687)
Lope de Vega se apasiona por la pastusa a quien identifica como Doña Jerónima, le da el apelativo de Safo y la ubica en América, en Quito más exactamente; más adelante define su apellido y en la otra estrofa habla de su esposo, don Luis Ladrón de Guevara.
Se ha especulado sobre la procedencia exacta de esta poetisa así ensalzada, única que aparece en los anales notables de la época colonial en lo que hoy constituye Colombia, pues no existía prueba confiable, hasta que, gracias a un documento del archivo histórico de la Fundación Melchor Inca de Salazar, finalmente comprueba, que Doña Jerónima de Velasco vivió en Pasto y se casó ahí con Luis Ladrón de Guevara y Zúñiga (una de las primeras personas que entraron a la provincia de Barbacoas con su pariente Manuel Moreno de Zuñiga) crio a sus hijas de quienes descienden diversas familias de la ciudad: Salazar, Burbano de Lara, Velasco y Ladrón de Guevara, vinculadas después con otras importantes familias de Medellín, Popayán, Bogotá y Quito.
En dicho documento, encontrado y firmado por el escribano Miguel Luis de Cisneros, el día 13 de enero de 1632, Doña Jerónima y Miguel Ortiz de Velasco se ven obligados a pagar una deuda, dando como garantía la casa de herencia que tiene al lado del convento de la merced de Pasto; con este documento se prueba sin ninguna duda que, Doña Jerónima era vecina de Pasto y que en esta ciudad vivió gran parte de su vida, allí enviudó y realizó sus negocios.
Por otra parte, el historiador Ignacio Rodríguez Guerrero nos cuenta que: “Doña Jerónima se casó en Pasto con Luis ladrón de Guevara Zúñiga, quien desde 1593 hasta 1626 había desempeñado en esta ciudad cargos prominentes, como los de alguacil mayor y regidor. Don Luis, marido de Doña Jerónima, murió en Pasto en 1631, un año después de publicado el “Laurel de Apolo” de Lope de Vega. Del matrimonio de la poetisa con don Luis nacieron en Pasto varios hijos, Mauricio, Columba y María, etc. Que a su vez formaron sus hogares en esta ciudad”.
Es admirable que Doña Jerónima al ser consciente de su importancia social y cultural, como su propia firma y documentos hallados lo demuestran y dentro de un medio colonial (1575-1640) en el que la mayoría de mujeres no sabían leer ni escribir y eran relegadas a labores domésticas; así como también, obligadas a tener consentimiento de sus maridos y de las autoridades para emprender negocios con su propio capital, nos revele y demuestre su lucha, emprendimiento y capacidad intelectual para estudiar y demostrar que las mujeres también estaban en condiciones de competir con el hombre de aquellos tiempos. Así, desmintiendo la vana idea que: genéticamente el hombre era más perfecto que la mujer, Doña Jerónima, desde Pasto, le demostró al mundo entero lo contrario, esto quedó estampado en el libro Laurel de apolo, modelo de apoyo para los movimientos feministas del mundo. Con esto, se busca acrecentar el cariño de los hijos de Pasto y de Nariño por su tierra; además, sería motivador y pertinente que reuniendo a todos los descendientes que llevan el apellido Velasco y Ladrón de Guevara en Colombia y en Ecuador, logremos difundir, por todos los medios, tan fantástico hallazgo histórico.
Para finalizar este homenaje de veneración y exaltación, es importante que las nuevas generaciones de nariñenses se apropien de sus insignes valores del pasado, basándose en archivos y fuentes de total credibilidad como los dejados por ilustres escritores, matemáticos, pensadores, artistas y científicos que florecieron en estas tierras del sur de Colombia; personalidades a quienes desafortunadamente se ha cubierto con el manto del desprecio y se los ha dejado en los anaqueles del olvido; hombres y mujeres que nacieron en siglos equivocados, cuando la comunicación virtual estaba a años luz de resplandecer en la mente humana, pero que hoy en día, gracias a los avances tecnológicos, podemos aprovechar para que pletóricos de orgullo, rescatemos a personajes como Doña Jerónima de Velasco y así, brille en la virtualidad, dejando atrás falsos intérpretes de la historia que tan manipulada ha sido por la política y la religión de cada región. Utilicemos esta tecnología para reforzar la investigación histórica, sin pasar por los filtros de la confabulación como tristemente se le acusa al recién creado Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia.