Comienza este mal chiste con un nombre falaz: “Ley de solidaridad sostenible”. Entre sus alcances se debe destacar la iniciativa de gravar con IVA del 19% a celulares, tabletas y computadores de baja gama. Nada más insolidario o inequitativo para las clases sociales menos favorecidas que debido a la pandemia requieren justamente de equipos de baja gama, los únicos que se encuentran a su alcance, para desarrollar actividades escolares y académicas. Menos niños podrán acceder a este tipo de equipos. Más analfabetismo, deserción y miseria.
Continúa este chiste macabro con el anuncio de cobrar IVA a internet domiciliario del estrato 3. Aunado a lo anterior veremos cómo menos hogares pueden acceder a este servicio dejando a una alta población sin posibilidad alguna de contar en sus hogares con internet. Menos educación, más inequidad, menor desarrollo.
Con la pomposa frase de “solidaridad sostenible” se eliminará de un tajo “los beneficios en materia de rentas exentas para la oferta de vivienda de interés social y prioritario”. Menos posibilidades de tener vivienda, que los pobres tengan la opción de adquirir una casa o un apartamento. El valor de la vivienda se encarecerá al punto de volver imposible ser un propietario. Más pobreza, más miseria, menos solidaridad…
Como si fuera poco se pretende cobrar IVA al deporte, “actualmente, el artículo 476, numeral 29 del Estatuto Tributario excluye de IVA a los servicios de promoción y fomento prestado por los clubes deportivos. La reforma tributaria pretende eliminar esta exclusión”. Menos deporte, más vicio, menos salud, más degradación y menor fomento para las actividades deportivas y recreacionales.
En su pretensión de “solidaridad sostenible” se busca derogar la mitad de la ley del cine y en conclusión “eliminan el beneficio tributario para que las salas de cine proyecten cortometrajes hechos en Colombia”. Adiós a la producción nacional, al talento colombiano, al cine criollo que fomenta empleo entre actores, guionistas y otros protagonistas de nuestra pantalla chica.
De otra parte, esta reforma tributaria se niega a cobrarle sobretasa a los bancos aduciendo que es inconveniente fijarles nuevos gravámenes. Curiosamente uno de los escasos renglones de la economía que han obtenido usureras ganancias en medio de esta pandemia. No olvidemos que un solo consorcio aportó más del 66% de los recursos económicos durante y para la campaña presidencial Duque.
Los estratos 4, 5 y 6 tendrán que afrontar excesivas alzas en el pago de los servicios públicos, justamente “una de las propuestas más controvertidas de la reforma tributaria”. Y en un informe periodístico se recuerda que son, justamente, estos estratos los que “financian la prestación de servicios públicos a los estratos 1 y 2, creándoles una carga adicional…”.
Y macabro que se grave a las pensiones; hecho que incidirá en la economía de cientos de hogares colombianos. Pero como una expresión de verdadero humor negro, en plena pandemia y en medio de tantos muertos, que se grave con IVA a los servicios funerarios. Propuesta expresada en el artículo 37 de la reforma yributaria. Como se opina en los diferentes medios periodísticos: “Más impertinente no podría ser esta medida…”. Por ningún lado se ve la solidaridad sostenible. Se mira un eufemismo más peligroso que el mismo COVID-19.