Las batallas de Fernando Garavito, el primer periodista archienemigo de Uribe

Las batallas de Fernando Garavito, el primer periodista archienemigo de Uribe

El combate con su pluma empezó cuando Uribe aún no era presidente, y además de sus furiosas columnas su puntillazo fue El Señor de las sombras, que La Nacional se negó a vender

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abril 15, 2021
Las batallas de Fernando Garavito, el primer periodista archienemigo de Uribe

El 23 de diciembre del 2002 el director de El Espectador Ricardo Santamaría le notificó a Fernando Garavito que su columna, la más crítica y punzante contra el recién posesionado presidente Álvaro Uribe Vélez no iba más. Aunque nunca se pudo comprobar nada, las versiones apuntaban a que, desde Palacio, se había dejado notar la molestia por la columna titulada ¿Por qué los autores del desfalco a la Nación a través del Banco del Pacífico ocupan los más altos cargos administrativos del nuevo gobierno del Presidente Uribe Vélez? Para Garavito la orden de censura la dictó el propio Julio Mario Santo Domingo, dueño en ese entonces de El Espectador, quien no quería tener problemas con el nuevo gobierno.

Es que las denuncias hacia Uribe arrancaron pronto, recién Uribe tomó las riendas del poder en la Casa de Nariño. Había comenzado a escribir en El Espectador en 1988 bajo la firma de Juan Mosca como un homenaje a los Muiscas y a un personaje de la novela La Cartuja de Parma de Stendhal.

Su cruzada contra Uribe comenzó desde su campaña presidencial antes de su aplastante triunfo en primera vuelta en las elecciones del 2002 cuando se inauguró con una columna que hizo mucho ruido titulada  Ciertas yerbas del pantano, en donde criticaba de manera descarnada la manera como El Tiempo había lanzado la precandidatura del ex gobernador de Antioquia a la presidencia.

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Garavito y su primera esposa, la poeta María Mercedes Carraza, quien se suicidó en el 2003

Garavito no tiene empacho en referirse a Uribe y a su papá, Don Alberto, en estos términos: Su hoja de vida es más bien una hoja de muerte. Fue estudiante pobre del colegio Jorge Robledo, hijo de don Alberto Uribe Sierra, uno de esos personajes de los que está llena la historia de Antioquia, que le ponen la trampa al centavo y viven un poco de echar el cuento, de comprar al fiado, de captar dineros, de deber un poco aquí y un poco en la otra esquina.

Pese a que don Alberto se convirtió en el corredor oficioso de finca raíz de ciertas yerbas del pantano y que era ostentoso como una catedral, con helicóptero y rejoneo incluidos, murió más pobre que el padre Casafús, quien fue tal vez el autor del milagro. Porque si no es un milagro, ¿cómo se explica que haya dejado esa inmensa y oportuna riqueza que sacó de problemas a sus tres vástagos, el candidato, el Carepapa y el Pecoso, que hasta el momento habían pasado las duras y las maduras para explicar la procedencia de algunos dinerillos?

En ese momento Fernando Garavito tenía 56 años y era uno de los periodistas consagrados del país. Había fundado en 1975 junto a su primera esposa Maria Mercedes Carranza y Daniel Samper Pizano la revista Estravagario, suplemento cultural del diario El pueblo de Cali. Fue editor general  de Cromos, e de El Espectador, ganador del Premio Simón Bolívar, autor de 14 libros de poemas y quien tenía encima el peso de no haber sido el escritor de ficción que soñó y las muertes trágicas de sus dos amores: Maria Mercedes Carranza quien decidió irse de este mundo el 11 de julio del 2003 y la bailarina y luego se casó con la coreógrafa Priscilla Weltton, quien también falleció.

Para sus amigos lo que hizo insostenible la vida en Colombia para Garavito fue su libro El señor de las sombras, una autobiografía no autorizada de Álvaro Uribe Vélez, publicada a finales del 2001, cuando el entonces candidato a la presidencia ni siquiera marcaba dos dígitos en las encuestas. El libro, escrito a cuatro manos con el periodista de Newsweek Joseph Contreras, quien encaró al candidato en una dura entrevista en donde lo acorraló haciéndole preguntas sobre sus supuestos vínculos con grupos paramilitares.

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Priscilla Welton, su segunda esposa, coreógrafa y bailarina que murió en el 2007. Un golpe que le socavó el final de sus días

Felipe Ossa, director de la Librería Nacional, se negó a distribuir el libro por considerarlo “oportunista, producto del resentimiento y del odio. Está hecho a la ligera. Ningún biógrafo o periodista serio hace un libro en dos semanas”. El libro abordaba temas tan candentes como la gestión del candidato siendo director de la Aeronáutica Civil y el favorecimiento que le hizo a Pablo Escobar aprobando las pistas donde sus aviones inundaron de cocaína a Estados Unidos. Los otros temas espinosos que abordan la investigación fueron: que Uribe salió de la Alcaldía de Medellín por reunirse con mafiosos, que el dirigente deportivo César Villegas tenía una cita con gente de la embajada estadounidense un día después de que fuera acribillado y que le dio dinero a Uribe para una de sus campañas...

El libro circuló casi que de manera clandestina durante los años de la Seguridad Democrática. En el 2008, a través de Youtube, se expusieron sus teorías principales en este breve video:

Hoy en día El señor de las sombras es un libro mítico y sus primeras ediciones son buscadas de manera exhaustiva por los jóvenes que han decidido rechazar a Uribe y su legado.  Desde marzo del 2002 Garavito se trasladó a vivir a Texas, Estados Unidos. Buscó refugio en ese país porque era el único en el que podía entrar gracias a su Visa y, según él “ser colombiano es necesitar visa”. Desde ese momento, después de quedarse sin su columna en El Espectador, Garavito fue un pionero de las columnas digitales. Nunca perdió contacto con el país.

El 27 de octubre del 2010 Fernando Garavito regresaba de Marfa, un pueblo desértico al sur de Texas, donde había ido a recibir la beca que la fundación Lannan para hacer un libro sobre la vida de Priscilla Wellton, su esposa coreógrafa y bailarina. Iba a 130 kilómetros por hora cuando se quedó dormido mientras manejaba. Tenía 66 años. Sin imaginar que el Presidente que vio ascender al poder y que tanto fustigó con su pluma, terminaría en los enredos judiciales que lo tuvieron detenido en casa por cárcel, forzado a renunciar a su curul en el Senado  y sin duda le arrebataron la tranquilidad de un retiro del más popular de los Presidentes de la historia.

 

 

 

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