Los "Demonios" de Gina Parody

Los "Demonios" de Gina Parody

La ministra hereda una enfermedad terminal del país: La educación

Por: Eduardo Menco González.
agosto 31, 2014
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Foto: archivo del Autor

 

¿Está nuestra ministra de educación Gina Parody poseída por uno o varios demonios?

Saber o determinar si una persona está poseída o no por un demonio, no es tan difícil como parece. Aunque en el Catolicismo esa facultad está reservada sólo a hombres demasiado probos en la fe y “conocedores de los amplios misterios de Dios”.

Hace ya algunos años le escuché a quien fuera por mucho tiempo delegado en Colombia para estos asuntos lo siguiente: “eso que la gente llama posesiones, no son más que desajustes sicológicos relacionados con la historia de vida de cada persona, incluso con la alimentación recibida o con los factores externos que la rodean”. Años más tarde escuché cómo otro sacerdote experto en el tema exhortó a un grupo de feligreses a que dejaran “tanta bobada, y que no se le podía llamar posesión a cualquier cosa extraña que viéramos por ahí por el simple hecho no saberla explicar con nuestras propias palabras”.

No obstante las apreciaciones de estas dos autoridades y los amplios estudios que desde la teología, la sicología y la siquiatría se han hecho al respecto, aún muchísima gente sigue viendo demonios o al demonio por todas partes como esa entidad maléfica que ronda por doquier mirando qué cuerpo ocupar y así despersonalizar a cualquiera de tal manera que lo termina convirtiendo en otra persona. Una mezcla de fanatismo, superstición e ignorancia caracterizan la forma de pensar de quienes incluso se creen con el poder de exorcizar a los demás.

Tras los pasos del “Demonio”.

La palabra es de origen griego; y la conocemos en nuestra cultura gracias a la tradición judeocristiana, aunque en el antiguo testamento no aparece. Los primeros cristianos supieron diferenciarla muy bien de los vocablos Diablo y Satanás, de tal forma que comprendieron que se trataban de realidades totalmente distintas. Sin embargo, con el pasar del tiempo y en el afán de personalizar el mal a como diera lugar, los tres términos terminaron significando lo mismo.

¿Qué se entendía inicialmente por Demonio? Al parecer no es ni masculino ni femenino, sino neutro. Es decir, no es una persona sino una cosa. Y cada vez que se utilizaba podía designar tres realidades muy puntuales: poderes impersonales, potencias espirituales o fuerzas maléficas. Cualquiera de ellas podía entran en las personas y provocar enfermedades. Así, el endemoniado era un enfermo, aunque no todo enfermo se podía considerar poseído por un demonio, en especial aquellos cuya enfermedad era evidente (un herido, un cojo, un ciego). En muchos casos “tener un demonio o estar poseído por un demonio” se convertía en una solución oportuna y contundente. Ante preguntas como ¿qué tiene esta persona? ¿qué le está pasando? ¿por qué está triste? ¿por qué está tembloroso? lo más fácil era decir “está poseído”. Incluso la locura fue sinónimo de posesión demoníaca.

Algunos estudiosos además han llegado a concluir que aquellos poderes, potencias o fuerzas podían ser palabras, gestos, miradas, ideas o frases que eran recibidas por la persona, provocando en ésta una situación de inestabilidad o cualquier otra reacción difícil de nominar. Justo allí aparecía la condición de poseído, para el cual no existía un proceso de sanación sino más bien uno de liberación. El poseído por el demonio no se sana, se libera.
De la Educación Endemoniada.

Luego de ir y venir, de si era ella o no, de si FECODE estaba de acuerdo o en contra, de si políticamente era lo más correcto o incorrecto, de potencias por aquí y potencias por allá, el Presidente Santos terminó designando a la Doctora Gina Parody como su nueva ministra de educación. La invitó a hacer parte de su gabinete para su nuevo período presidencial donde todos esperamos que se HAGA MÁS tal como él mismo lo vociferó durante su campaña para ser reelegido.

La ministra sabe lo que recibe y el presidente lo que le entrega. Quizás el más valioso tesoro, después del tema de la paz, sobre el que todos tenemos puestos nuestros ojos, especialmente por las declaraciones que tanto el uno como la otra han ido soltando en no pocas ocasiones y en lugares de amplia trascendencia; y porque realmente la educación debe ser el alma y el espíritu de una nación libre de cualquier poder que esclavice o enferme.

Los problemas que atraviesa la educación no son pocos, tampoco banales, mucho menos superficiales. Colombia es uno de los países cuyo sistema educativo aún está lejos de ser uno de los más sobresalientes y dignos de mostrar al mundo. Con cierta vergüenza debemos reconocer que aún estamos lejos de alcanzar buenos y favorables niveles en términos de resultados con nuestra participación en algunas pruebas internacionales. Aún la discusión sobre qué modelo educativo es el más conveniente para un país sigue sin resolver, y como consecuencia de ello se desprenden la mayoría de los males que hacen de nuestra educación una realidad endémica y enferma en el sentido más fino del término. Tenemos en Colombia una educación con amplios vacíos y no pocos interrogantes a la hora de cuestionar sobre las causas de esta situación. La educación sufre, como sufre todo lo que con ella se relaciona: maestros, alumnos, padres de familia, instituciones, orientadores, sociedad, empresas, gobierno.

Nuestra ministra hereda una enfermedad con sus consecuentes demonios e inherentes causas. Una enfermedad de años, décadas para ser más precisos; y con ella hereda al mismo tiempo unos nuevas fuerzas propias del presente, que sin desconocer el pasado tiene una amplia responsabilidad con el futuro. Nuestra ministra “es la nueva María Magdalena” dispuesta a dejarse liberar. Aclaro que María Magdalena no era pecadora, solo estaba muy enferma.

La Doctora Parody es la heredera directa de un gran demonio o de unos enormes demonios encarnados en el pálido y enclenque panorama educativo de un país que ve cómo sus instituciones educativas reflejan las dolencias internas de un sistema débil y de unas políticas poco robustas. Quizás comparte demonios con algunos de sus colegas; pero otros son únicos, originales y auténticos, y tanto a estos como a aquellos nuestra ministra tendrá que combatir como si fuese ella la poseída, pensando, eso sí, que al final tal vez no alcanzará una liberación total pero al menos ya serán menos los demonios con los que tendremos que cargar los colombianos a la hora de referirnos a la educación.

Como los demonios no son personas sino cosas que terminan por afectar a alguien, es necesario aventurarnos a mencionar al menos algunas de esas fuerzas maléficas que han endemoniado la educación; y digo algunas precisamente porque es propio de la posesión demoníaca desconocer de dónde se produce exactamente la enfermedad, y porque ésta posesión que sufre nuestro sistema educativo hunde sus raíces en causas insospechadas que ameritan un espacio muchísimo más amplio de reflexión y análisis.
Los siete demonios para exorcizar.

1. La educación como aparato ideológico del Estado. No a la educación al servicio del Estado sino el Estado al servicio de la educación.
2. Los innumerables recursos despilfarrados a nivel nacional, regional y local. Corrupción, falta de control y seguimiento a las inversiones. Proyectos inconclusos y poco pertinentes.
3. La falta de instituciones educativas con infraestructura sólida y de calidad para los niños, niñas y jóvenes. Pensando sobre todo en esos lugares alejados donde educar es toda una hazaña.
4. Los variados intentos por querer replicar modelos educativos de otros países sin obtener grandes y positivos resultados en detrimento de lo propio y de una educación contextualizada.
5. Educación para todos sin excepción, sin ningún costo, con todas las condiciones que favorezcan unos procesos educativos de calidad.
6. FECODE.
7. La voluntad del Presidente Santo por hacer de Colombia el país más educado de América Latina dentro de 10 años, y la joyita de saber cómo se articulará con la gran apuesta de la sociedad civil: “Todos por la Educación” como gran pacto nacional.

Los otros demonios que tienen enferma a la educación en nuestro país tal vez podrán ser liberados con el tiempo y “con mucha oración” acogiendo la sugerencia de Jesús a sus discípulos cuando éstos le preguntaron por qué ellos no habían sido capaces de expulsar unos demonios; él, sabia y prudentemente, les respondió “esos espíritus malignos salen con mucho ayuno y mucha oración”.

A nuestra ministra, de quien creemos asumirá como propios estos demonios, esperamos que se preocupe mucho por exorcizarse y liberarse de todo esto; y de lo demás, deje que los de la doble moral sigan hablando que en este país esos no son demonios, son el mismo “diablo” y de ése se ocupa Otro.

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