Soy un ocioso y más que el fútbol me gustan los programas sobre fútbol. De ellos me gustan los conceptos claros, así sean discutibles. Iván René Valenciano es tan claro que a veces resulta siendo provocador. Con Amaranto Perea el tiempo le está dando la razón. Es que no podemos entender cómo un equipo con los pergaminos del Junior deba esperar a que un técnico aprenda. El Junior no es una universidad y con esa nómina no debería estar pasando afugias para entrar a los ocho ni perder con un equipo boliviano así sea en la altura de La Paz. Valenciano es ídolo de Junior y marcó más de doscientos goles. Su potencia todavía la recordamos -y la tememos- los que vivimos los años noventa. En la Selección marcó goles fundamentales, como el primero contra Argentina en Barranquilla en la eliminatoria del 93. Su desempeño en el Preolímpico de 1992 en Paraguay fue tan demoledora que quedó de goleador y le valió ser contratado por el Atalanta de Italia.
Si Valenciano no puede opinar estamos jodidos. Sé que es de los panelistas de programas deportivos que con mayor precisión y rigurosidad prepara sus programas hasta el punto de que estudia y se trasnocha repasando conceptos. Sin embargo he visto como los periodistas pordebajean su labor y lo tratan de tonto cuando de tonto no tiene un pelo. A mí me parece realmente valioso la capacidad que tienen los jugadores de explicarnos desde adentro como es que se vive el fútbol. Hay periodistas que ni se preparan ni jugaron fútbol y se les nota por el trabajo tan chambón que hacen.
A Valenciano me lo dejan es quieto. Es un tipo honesto que no quiere caer bien y le da picante a la discusión. Si, son muchos más entretenidos los programas que cuentan con él en la mesa de análisis.