Duque y su terrible manejo del proceso de vacunación

Duque y su terrible manejo del proceso de vacunación

"El presidente que superó en mediocridad a Andrés Pastrana pasará a la historia por su incapacidad o incompetencia al frente de un cargo que no era para él"

Por: Jamal Said
abril 08, 2021
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Duque y su terrible manejo del proceso de vacunación
Foto: Twitter @MinSaludCol

Honoré de Balzac, el escritor francés que pudo conocer muy bien las entrañas de la burguesía, llegó a decir que “la burocracia es una máquina gigantesca manejada por pigmeos”. No se equivocó al dejarnos tan acertada sentencia, cuando vemos que es casi normal, en todo gobierno republicano, principalmente en el que él conoció después de la Revolución Francesa, la existencia de funcionarios que no saben nada de nada, excepto entorpecer el buen funcionamiento de las cosas. Cae de perlas lo que nos dice, si analizamos el gobierno de Iván Duque: la manifestación perfecta de la incompetencia de un burócrata por excelencia. Como mandatario de los colombianos le ha faltado pericia para adquirir las vacunas contra el COVID-19, y como si fuera poco –sinceramente nada que nos aterre– le está quedando grande el proceso de vacunación en todo el territorio nacional. Cosa tremenda: al ritmo que lleva primero descubren la causa de la enfermedad.

Concretamente, amigo lector, Duque no quiere interpretar lo que se está viviendo: le está dando la espalda una situación que ha dejado desempleada a más de la mitad de nuestra fuerza laboral; que tiene a muchos gremios –principalmente al gastronómico y al del entretenimiento nocturno– sin saber que hacer cada día que pasa; y que exige a gritos que la fuerza joven salga a la calle a trabajar, claro está, pero bajo la protección de la anhelada vacuna. Tal desconocimiento de lo que está sucediendo, más allá de ser una muestra de su negligencia, demuestra cierta despreocupación por la vida de sus conciudadanos. ¿Acaso no ha visto lo que otros países están haciendo para vacunar a su población? ¿Son tan negligentes sus coequiperos como para no decirle que la está embarrando? Son preguntas que más de uno se hace, porque realmente preocupa el manejo que se le está dando a una problemática que no exige improvisaciones.

Ahora, en medio de su improvisación, ha dado el aval para que los empresarios gestionen sus propias vacunas, lo que da a entender que no hay plata para vacunar a toda la gente. Sin embargo, sí hay plata para la compra de aviones en un momento, uno de los más duros de nuestra historia reciente, en donde las prioridades son otras: la salud prima por encima de la guerra y nuestra endeble economía necesita su completa reactivación. El país, hoy más que nunca, espera soluciones: no espera verle la cara todos los días pidiendo que nos cuidemos, porque algunos ya sabemos cómo cuidarnos y lo que se espera realmente es la vacuna. Por eso se rechaza la inercia –o la inoperancia– con la que está liderando algo tan serio como la vacunación de cada ciudadano. No se puede llegar a un estado de cosas en el que unos cuantos se puedan salvar a expensas de los más desfavorecidos, cuando tiene la obligación moral y constitucional de proteger a todos lo que hacen parte de este caótico país.

No cabe Duda que Iván Duque, el presidente que superó en mediocridad a Andrés Pastrana, pasará a la historia no por sus dotes de buen mandatario, sino por su incapacidad o incompetencia al frente de un cargo que no era para él. Fue elegido con la ayuda de su mentor, Álvaro Uribe Vélez; contó con el apoyo económico de un mafioso costeño, el Ñeñe Hernández; y gobierna con el beneplácito de un periodismo, el que hace la revista Semana y el Tiempo, que tapa todas sus burradas y defiende a rajatabla a los coequiperos de su entrañable mentor. Más preocupados no podríamos estar, sabiendo que presenciamos una tragicomedia –por no decir tragedia– en el que el protagonista no mata a la gente de risa, sino que la condena a muerte de verdad con sus malas decisiones. Todo indica que como van las cosas, de mal en peor, la vacuna que nos toca se ve lejana, completamente perdida.

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