He leído con atención las declaraciones de Gustavo Petro y de Sergio Fajardo y he tenido alguna conversación con ellos después de la encuesta del Centro Nacional de Consultoría CNC que ubica el primero con el 23% y al segundo con 12% encabezando el sondeo y de ahí he sacado algunas conclusiones.
Ambos quieren ofrecer al elector en primera vuelta una opción distinta: Petro más de cambio histórico, más hacia la izquierda; Fajardo un cambio más gradual, más hacia a la centro-izquierda. Creen que los electores deben tener esas posibilidades. Consideran que eso va a generar, sin duda, polémicas duras, pero enriquecerá el debate político.
Petro, además de mantener buena parte de la votación que consiguió en segunda vuelta en 2018, le apunta a recoger el legado liberal, dice que, en el partido liberal, o en el legado liberal, está el electorado para ganar la presidencia. Fajardo le apunta a ganar el electorado que votó por los verdes en la campaña local de 2019 y el favor de los grupos y las disidencias de los partidos que se han ubicado en el centro del espectro político.
Tienen alguna razón en estas visiones, porque también la derecha va a ofrecer, en primera vuelta, varias alternativas: el partido conservador va a tener candidato propio, quizá Marta Lucia Ramírez; exalcaldes y clanes políticos están buscando un candidato para ir hasta esa instancia; el partido liberal, Germán Vargas Lleras y su fracción en Cambio Radical También; El Centro Democrático, es decir, el uribismo puro, con presidente a bordo, no querrá ir detrás de un candidato distinto a alguien de sus filas; incluso las iglesias evangélicas que tienen a figuras como Rodrigo Rivera y Viviane Morales están pensando en organizar una consulta para ofrecerles un candidato confesional a sus feligreses. Creo de verdad que entramos de lleno en el pos-uribismo y en este escenario va a ocurrir en realineamiento de todas las fuerzas políticas.
Las cuentas para que un candidato de las derechas, o, uno, de las izquierdas, gane en primera vuelta, no dan por ningún lado. Las fuerzas políticas y el electorado colombiano se han dispersado en opciones muy diversas. En la Fundación Pares hemos hecho un estudio de las ultimas tres elecciones presidenciales y del plebiscito por la paz, estadísticas en mano, municipio por municipio, y eso muestra que salvo un cambio especialmente brusco habrá Segunda Vuelta en 2022.
También he sentido en esas conversaciones y en las declaraciones de Gustavo Petro y de Sergio Fajardo que la segunda vuelta es otro cuento y allí las alianzas tendrán que ser no sólo con la izquierda sino mucho más amplias. Eso implicará una flexibilidad muy grande del candidato de las izquierdas, es imprescindible una coalición que incluya una parte importante de las élites políticas tradicionales para ganarle a la derecha.
Entiendo plenamente a quienes piensan que lo mejor es un candidato único de las izquierdas, o como dice Roy Barreras juntar la tradición de la izquierda con la tradición liberal socialdemócrata, para la primera vuelta, también me gustaría que eso ocurriera, pero a veces estas cosas que suenan mejor no se consiguen y las izquierdas deben prepararse para escenarios diversos y garantizar, en todo caso, que en segunda vuelta si puedan conformar una gran coalición para ganarle al candidato de la derecha
Tal como están las cosas en el momento, las elecciones de 2022 van a correr en tres vueltas: la parlamentaria y las consultas; la primera vuelta para escoger dos candidatos, uno que representa a las derechas y otro que representa a las izquierdas; y la segunda vuelta para escoger entre estas dos opciones.
Al pensar en estas tres vueltas, como analista afín a las izquierdas, digo que en este momento mi mayor preocupación es la situación del Partido Verde y el proceso que vive la coalición de centro izquierda o de la esperanza como ellos la llaman.
A la coalición del Pacto Histórico la veo muy bien, tienen un candidato sólido encabezando la última encuesta, están armando una lista muy potente a Senado y la situación de crisis social aguda en el país los favorece mucho.
En cambio, el Verde, que ganó las elecciones locales arrastrando un gran electorado urbano en 2019, esta haciendo proceso muy lento de escogencia de su candidato a la presidencia y eso le genera mucha incertidumbre en la conformación de sus listas a Congreso donde no estará Mockus, el gran elector en las parlamentarias de 2018. Tienen una gran responsabilidad histórica y no es nada bueno que mantengan esta situación más allá de junio de 2021.
Al sumar los puntos los candidatos de la Coalición de la Esperanza, en la encuesta del CNC, tienen el 22%, lo cual los pone en un empate con Gustavo Petro, pero esta coalición necesita una definición rápida del Verde para enviarle un mensaje al electorado de Centro y para evitar que otros partidos tiren de los precandidatos comprometidos con esta consulta.
El ambiente ideal para las izquierdas es una discusión seria y profunda con argumentos claros y firmes, pero con alguna tranquilidad, sin ofensas personales, con la ilusión del triunfo, con una verticalidad frente a las derechas, ese es el ambiente que los sectores más sensatos de esta corriente política deben crear afuera, en las redes sociales, en los debates en medios, en las reuniones y los chats.
El reciente pronunciamiento de Gustavo Petro, calificando de intromisión indebida de la fiscalía en la campaña electoral por la imputación que le está haciendo a Fajardo a raíz de un préstamo en moneda extranjera en los tiempos en que fungía como gobernador de Antioquia, es, quizá, una muestra de lo que podría ser una manera gallarda de desarrollar el necesario debate al interior de las izquierdas de cara a la primera vuelta presidencial.