La Semana Santa tiene gran importancia en nuestro país. Es una semana de recogimiento, reflexión y compartir en familia. Entre otras cosas su importancia se debe a que el 98 % de la población colombiana es creyente, de ella el 89 % son cristianos, con el 75% católicos y el 14 % evangélicos.
Sin importar el rito religioso, los cristianos celebran en estos días la pasión, crucifixión y muerte y resurrección de Jesús. Sus símbolos, emblemas y discursos son muy importantes.
Algunos dicen que Dios ha vuelto a la política, pero hay que decir que nunca la dejó, lo que ocurre ahora es una sobreexplotación del sentimiento religioso con unos fines económicos y políticos individuales y mezquinos.
Unos señores se adueñaron del discurso religioso y en nombre de un Dios, excluyen, discriminan y hasta violentan a los demás. Pintan a Dios que tira piedra y ejerce violencia contra el diferente, o que rechaza a los pobres y les dice que son pobres porque son vagos y que defiende el bajarle los impuestos a los más ricos. En definitiva, vemos señores jurando el nombre de Dios en vano pues lo que buscan es su beneficio personal.
Hablan de Dios mientras siembran odio. Este odio se traduce en 40 líderes sociales asesinados en lo que va del 2021, en 23 masacres en lo que va del año y en más de 6.402 asesinatos, mal llamados falsos positivos.
Esos señores de la guerra y el odio que hablan de Dios y practican la muerte hacen lo que mi madre y mi abuela me decían de pequeño, le hacen morcillas al Diablo.
Sin embargo, y a pesar de los asesinatos, de los falsos positivos, de los negocios con narcos y de tantas morcillas que hagan, hay un gran número de personas creyentes que trabajan por el progreso de nuestra nación bajo las ideas de, amor, solidaridad, libertad, tolerancia, igualdad y fraternidad, ideas que nos acercan cada vez más a una República Democrática.
