En el momento presente, el tema de los emigrantes es acuciante. A casi nadie se le escapa su gravedad y la urgencia de una pronta y eficiente solución. A los latinoamericanos nos conmueve hondamente la migración de los centroamericanos que se ven empujados, por la violencia y el hambre, a buscar una entrada a los Estados Unidos. También nos conduele ver a los venezolanos recorriendo a la deriva todo nuestro continente en busca de refugio.
Son dramas que nos atañen y duelen profundamente. Lamentablemente también están siendo explotados por quienes han hecho de la política, no la defensa de unas ideas y de unos programas, sino un campo de mentiras y falsedades, calumniando y acusando al contendor, método tan de actualidad, que ya nosotros hablamos corrientemente de fake news y lawfare, incorporando estos términos a nuestro lenguaje por ser usuales y estar viralizados. El apelativo de moda, que se lanza como guijarro para herir al adversario en sustitución de las ideas, es hoy en día el de “xenófobo”.
Es el caso de la colombiana Olga González, que vive en París, pertenece a un grupo de la Colombia Humana y se dedica a defender a Gustavo Petro, para lo que utiliza en mi opinión los métodos de la calumnia y las falsas imputaciones. Ella la ha emprendido contra Jorge Eliécer Gaitán, lanzándole el apelativo de “xenófobo”, como grito de moda a la orden del día en las batallas políticas; por lo que sería bueno analizar psicológicamente y escudriñar por qué hace esto. Extemporánea y mentirosa herramienta para unirse al memoricidio contra Gaitán, que inició Álvaro Uribe y que hasta hoy se prolonga. Basta hacer algo de memoria para demostrar que la señora González busca que olvidemos la historia.
Gaitán decía de sí mismo que él no era un político profesional sino un profesional con ideas políticas. Y esto decía porque su manera de actuar políticamente estaba sustentada por paradigmas científicos, en contraposición a la “mecánica política”, que dominaba y domina el acontecer político en Colombia. Esta fundamentación en la política se basaba, para Gaitán, en la psicología y la psiquiatría, disciplinas en las que se especializó, como solía anotarlo.
A partir de los prejuicios que en su momento dominaban la filiación política de los colombianos, que pertenecían al Partido Liberal o al Partido Conservador no por ideología sino por “quistes psicológicos”, como los calificaba Gaitán. Y sabiendo, al unísono con lo dicho por Einstein, “que es más fácil acabar con un prejuicio que desintegrar un átomo”, optó estratégicamente, siendo socialista, por el camino de la toma del Partido Liberal por el pueblo, para convertirlo en el “partido del pueblo”. Por ello, en 1947 le dirá a un grupo de personas que estaban con él en Tunja: “… en los pueblos conservadores hemos tenido por primera vez muchos votos. Eso tiene importancia. Es lo que estamos buscando, que el pueblo, todo el pueblo, se identifique con el partido liberal y que los oligarcas se queden con el partido conservador. Así estaremos claros”.
En ese camino hacia la toma del Partido Liberal por el pueblo, cosa que finalmente se logró en ese año de 1947, Gaitán convocó a una constituyente popular, para elaborar participativamente el documento que, con un ideario gaitanista, sería la plataforma del Partido Liberal una vez que el pueblo se tomara al partido liberal, lo que efectivamente sucedió. En esta plataforma se lee en el punto XV:
El liberalismo considera conveniente la inmigración organizada por el Estado para fines industriales, agrícolas, de colonización, científicos, técnicos o culturales, pero no acepta la ausencia de una política de inmigración que no cuide las justas conveniencias de la economía y el trabajo colombianos. Los extranjeros deben gozar, salvo las limitaciones constitucionales, de los mismos derechos que los nacionales, pero deben perder el derecho a la hospitalidad quienes exploten el trabajo de los obreros pasando por encima de la justicia social, quienes formen círculos económicos cerrados y quienes intenten colocar a los colombianos en un plano de desigualdad.
¿Es eso ser xenófobo? ¡Claro que no! Una vez más se trata de una calumnia, como fue el caso del epíteto de “fascista” que le endilgaron después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el insulto de moda era lanzar ese apelativo. También en la plataforma citada se lee en el punto XI: “El Liberalismo luchará contra las fuerzas de regresión que traten de imponer una política fascista o falangista en nuestro país”.
La conclusión que podemos sacar es que los insultos y calumnias que hoy lanzan contra Gaitán significan que no ha dejado de estar de moda, estando solo a 10 días de que se cumplan 73 años de su existencia supratemporal, que todavía enardece a sus enemigos, mientras convoca a la juventud revolucionaria.