Lánguidos acordes que evocan el sufrimiento y revelan las creencias a que se aferraban los esclavos en las plantaciones de algodón para sobrevivir. La trompeta y el saxo acompasados en la tersa compañía del piano despliegan una fuerza que pareciera salir de la recia contextura del negro africano, la estridencia de los metales es un grito que clama libertad. Distante de los centros de poder, de Washington y New York, la cultura daba rienda suelta a su creatividad para luego abordarlas en sus glamorosos salones y clubs de gala.
Las máscaras, que se aprecian en los escaparates de las tiendas del barrio francés, ocultan el rostro de los arlequines que se integran a las coloridas comparsas; estas esperan impacientes la celebración del Mardi Gras, festival con desfile por las calles que avistan los curiosos espectadores desde los palcos de las edificaciones de origen galo y español que sucesivamente se instalaron en el pretérito de la ciudad.
El acceso a la Bourbon Street, por la canal está plagada de personas atrapadas por el vicio, el comercio de psicotrópicos es muy activo y se refleja en la ajada apariencia de sus consumidores; la puerta de entrada a lo que podríamos llamar zona rosa no ofrece positivos augurios.
El caribe también dejó su huella, creencias y ritos traídos desde el continente negro, tamizaron su propia expresión en el Haití libertario y concurrieron por el Atlántico a las costas del Estado de Luisiana, amuletos y brebajes mágicos en el comercio de bazares, dan fe de esta vorágine.
La miserable vida de los esclavos que dormita en el fondo de la música inspiró tonalidades que aún vibran al amparo de la marginalidad y el racismo. La ciudad está en silencio, repentinamente una nube de cuervos que salta de un árbol a otro lo desgarra, el cielo se torna oscuro y la profusión de estruendosos graznidos provoca un ambiente siniestro; parece la escenografía de una de las tramas de Hitchcock.
En el pasado mediante la violencia se arrancó de sus tierras a los negros del África para condenarlos a la esclavitud en tierras americanas, hoy se arroja a las personas a la indigencia a través de la expropiación capitalista, los despidos, la ruina de los pequeños negocios y los agricultores de familia, los pequeños inversionistas despojados de sus ahorros con maniobras especulativas en bolsa y la concentración del capital en el 1%., más rico.
Desde la altura la vista del río Misisipi es espectacular, una ancha serpiente que arropa el costado este de la ciudad. Las melodías cargadas del sentimiento se escurrieron como polizontes en los barcos que lo navegan y esparcieron su sentida melancolía en los puertos y más tarde en tierra firme. La rivera tachonada de decenas de embarcaciones que transitan por su cauce evidencia el flujo de comercio que moviliza el puerto y explica las aventuras de dos atrevidos jóvenes que nos narrara la pluma de Mark Twain, localizadas en un tramo del río en el Estado de Misuri. A falta de turistas, el buque a vapor Natchez que desde 1929 deleita a los visitantes con un crucero movido por paletas, atraca inmóvil su estructura.
En las aceras de concreto que peina una brisa gélida de invierno, rauda sacude al transeúnte como inerme muñeco de paja, no escapa a su intensidad aquellos acurrucados, envueltos en montones de trapos, que procuran ocultar sus cuerpos en las esquinas o los rebordes que los grandes edificios en su estructura permite; tiritan de frío o tal vez , como una secuela de la abstinencia temporal del tóxico que consumen, jóvenes rubios y mulatos que rememoran las calles pobres de las urbes latinoamericanas.
Las orquestas y los músicos en las calles han sido sustituidos por niñas afroamericanas que armadas de varillas de madera golpean sin descanso canecas plásticas que cargaron veneno, en procura de una moneda del turista caritativo.
El recorrido en las cuatro rutas del Streetcar Route, un tranvía público es irremplazable, sus vagones a paso lento transitan en medio del Garden District a través de la St. Charles Ave., arquitectura francesa a lado y lado de la vía; hermosas edificaciones de diversos tamaños que registran el paso de otras culturas en tiempos de la colonia, es el sector de la opulencia, de mejores épocas.
El formidable golpe del Katrina continúa latente, la pandemia del COVID-19 y el invierno opacan el brillo de una ciudad reconocida por la alegría.
Las guías para turistas que se encuentra en los hoteles y comercios, sugieren la ruta a una zona de cementerios situados en dirección del moderno aeropuerto, mausoleos con relativa ostentación de personajes del pasado; debemos decir con cierta desazón que, en el 2021, de alguna manera la ciudad que vimos se asemeja a un gran camposanto.