Sabemos que el aumento la población humana (7.900 millones de individuos) pone en jaque al resto de los organismos, al apropiarnos de una parte sustancial de la productividad del planeta (más del 50%), lo que genera una justificada preocupación acerca del futuro. Hombres y animales, que deben aprender de sus mayores singularidades locales básicas, que definen su existencia en determinadas circunstancias, creando una identidad, un vínculo de pertenencia, o un sentimiento de diferenciación con el resto de sus semejantes, además de mantener o extinguir tradiciones.
Variabilidad del comportamiento, que aporta diversidad biológica y provisionalidad de los conocimientos adquiridos, que adolece en mayor o menor medida de certidumbre, puesto que "con el tiempo lo imposible se vuelve posible, lo posible probable, y lo probable virtualmente cierto". Cultura social adquirida y transmitida a través de varias generaciones, que ha sido en gran medida un aspecto oculto y poco valorado de las vidas salvajes, o de la conducta de los animales, pero que para muchas especies es crucial y al mismo tiempo frágil. Siendo también una forma de herencia, que almacena información importante en la mente (distinta a la del patrimonio genético), que como reservas de conocimiento –habilidades, preferencias, lenguaje– se transmiten de una generación a otra como un testimonio de algo ya aprendido y un nuevo valor crucial a preservar.
Cultura propia que cambia y evoluciona por medio de la adaptabilidad a un entorno, con más flexibilidad y rapidez de lo que podría hacerlo la evolución genética, mejorando las posibilidades de supervivencia y aprendiendo de otros "el cómo se vive". Divergencia y generación de nuevas especies que puede producirse cuando las poblaciones quedan aisladas geográficamente, dejan de intercambiar genes, o evolucionan independientemente. Sin olvidar que ser diferentes no significa ser mejores ni peores, puesto que la naturaleza nunca fue una materia prima homogénea. Diferencias en el producto final, que se conocen como culturas del mundo, "que son el reflejo de una diversidad equivalente en la naturaleza que les dio a luz" (Aldo Leopold, A Sand County Almanac).
Concepto de biodiversidad que abarca un análisis jerárquico y multifacético de la complejidad de la vida, que incluye diferentes niveles que van desde las especies, los ecosistemas, hasta el paisaje. Aspectos que además comprenden la diversidad filogenética (historia evolutiva), la diversidad de funciones ecológicas (diversidad funcional) y la diversidad etológica (de comportamiento). En los que el comportamiento tiene profundas consecuencias ecológicas, particularmente en las interacciones de las especies, y es un elemento crucial en la adaptabilidad a nuevos entornos, como respuesta al medio ambiente. Componentes etológicos, que sustentan muchos aspectos de los mecanismos que dan como resultado la generación de biodiversidad, y que nos acercan a la comprensión de que cada ser es único en sus diferencias.
Valor de la diversidad, que en los humanos debemos de entenderla en su sentido más amplio, ya que se puede caer en actitudes intolerantes. Actitudes ligadas a manifestaciones extremas de rechazo, que radican en el desconocimiento del verdadero significado de las diferencias de comportamientos o de patrones de conducta de las personas: diversidad cultural, diversidad de pensamientos, diversidad sexual, diversidad funcional, diversidad lingüística…, en una palabra: etodiversidad.