Hemos alcanzado como especie pocos logros tan avanzados, tecnológicamente hablando, como el plástico, su maleabilidad y la heterogeneidad de sus usos e impactos positivos en todos los sectores de la industria y el comercio de todos los países del orbe.
Dentro de la invención de la civilización humana no existe un elemento con tantas y magnas cualidades para el cuidado de la salud y la alimentación de los humanos.
En términos de consumo de energía y de emisiones de gases de efecto invernadero, la industria plástica es superada con creces por el papel, el cartón, el vidrio, el aluminio u otros materiales, todos ellos muchas veces menos amigables si el objetivo es mitigar y detener el calentamiento global.
El desarrollo también se encuentra en los aditivos biodegradables que se añaden a las resinas fósiles para que la degradación del plástico sea más rápida y sostenible ambientalmente. Este es un esfuerzo necesario que están haciendo los productores del plástico, pero que la sociedad no está reconociendo.
Hacer uso racional de plástico y reciclarlo son dos premisas de orden paradigmático en su esencia. Lo absurdo, y que contrasta con el gran salto científico y tecnológico, es la incultura, la desidia y el despropósito con el que los países subdesarrollados como Colombia asumen el compromiso de país de educar y corregir a todos los ciudadanos frente a la irresponsabilidad en la disposición final de los residuos, en este caso los sólidos.
No podemos rendirnos frente al uso productivo y rentable del aprovechamiento de la basura y mucho menos ser indiferentes ante el holocausto de los océanos y la contaminación por plásticos. Este problema se soluciona con cultura y con acciones de limpieza, pero los gobiernos siguen echándole la culpa al plástico y prohibiendo su uso en vez de reglamentarlo en debida forma, todo porque ello genera más réditos electorales y es el discurso populista que encanta a los incautos. Y de ello un ejemplo palmario de la insensatez que pretende prohibir el plástico sin dimensionar el impacto frente al calentamiento global por el simple uso de cualquier otro material.
Ojalá no sea muy tarde para alertar a la sociedad de que cualquier remedio diferente al plástico podría ser un error fatal para la humanidad.