Hace ya unos pocos días atrás, el presidente Biden le mostró al mundo que cumpliría con lo prometido en su campaña electoral y es así como firmó el tratado de vuelta al Acuerdo de París.
Partiendo del hecho de que EE. UU. es el segundo mayor emisor de CO² del mundo, después de China, era su obligación confrontar esa realidad.
Ya son más de 195 países que han sellado el pacto del acuerdo climático para intentar mantener el calentamiento global muy por debajo de los 2 grados centígrados y prosiguiendo los esfuerzos para limitarlo hasta 1.5 grados centígrados.
Esta es una señal histórica a todo el mundo que se verá reflejada con otra serie de decisiones para revertir el impacto ambiental con medidas como el bloqueo de la construcción del polémico oleoducto Keystone XL, para transportar el petróleo procedente de Alberta (Canadá) hasta Texas.
Así mismo, también Biden pretende proteger el Refugio de Vidas Silvestre del Ártico ante futuras proyecciones petrolíferas y vetar la explotación de gas natural en parques naturales de Utah, Escalante y Bears Ears.
El cambio climático es una de las grandes amenazas para EE. UU. y el mundo, y esta primera línea de prioridades también se unirá a la lucha a la que se han comprometido un centenar de países a las emisiones 0 en el 2050.
Falta ver ahora qué opinará Joe Biden cuando se entere de que el presidente Duque (que ayudó en la campaña Trump) inicie en Colombia las aspersiones áreas con glifosato para supuestamente acabar con los cultivos ilícitos de droga, que no es otra cosa que repetir una medida sin resultados y retroceder en aspectos sociales y ambientales.
Esta medida no hace sino agudizar más y más las situaciones de vulnerabilidad y conflictos en los territorios, además de los daños en salud de la población y los impactos ambientales sobre ecosistemas y la biodiversidad.
A sabiendas de que la OMS (Organización Mundial de Salud) ha calificado que el glifosato como carcinógeno en humanos, al señor Duque le importa un bledo que toda esa cantidad de colonos y campesinos desplazados por la violencia y por el desplazamiento de tierras se afecten.
De verdad, el glifosato ha ocasionado daños irreparables a comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes, y en muchos ecosistemas con pésimos resultados.
Por otro lado, ahora en términos ambientales, la aspersión aérea impulsa y causa desforestación en puntos críticos de biodiversidad, como por ejemplo en fuentes hídricas y bosques nativos. Así mismo, afecta la supervivencia y desarrollo de muchas especies de animales silvestres.
Duque no mira más allá de sus narices, sino que sigue utilizando los métodos más retrógrados e ineficaces, siguiendo el lineamiento de Uribe. Debe haber "gato encerrado" para no invertir mayores esfuerzos en opciones como el programa de substitución de cultivos de uso lícito.