El uribismo ya hiede. Y no hay a la vista un mesías bajado del cielo capaz de resucitar este muerto. Yo me imagino a estas alturas de la debacle y la incertidumbre al expresidente Uribe haciendo ochas y panochas como intentando darle un aliento de vida a un enfermo que agoniza. La verdad se necesita más que un milagro para que el uribismo tenga la más remota posibilidad en las elecciones presidenciales 2022.
Más bien lo que hay a la vista en este mar de amarguras ubérrimas son procesos judiciales, repudio internacional, pérdidas, derrotas, desprestigio, dolores de cabeza y preocupaciones para alguien que en su mejor momento tuvo una popularidad y aprobación arrolladora. Pero así son las pompas de jabón: meras ilusiones que desaparecen en un abrir y cerrar de ojos.
En fin, el uribismo hoy por hoy es algo así como la ridícula metáfora de un borracho que desentona por error con el estribillo de una canción ranchera: “y perder, perder, perder”.
Y ya que prometí sintetizar en siete líneas las razones que convierten al señor Uribe en el rey de las causas perdidas tomen nota:
1. La última esperanza del uribismo era el expresidente Trump. Por algo le apostaron a su triunfo. Sin Trump en el poder Uribe la tiene muy difícil tanto en términos políticos como judiciales.
2. En las elecciones regionales del 2019 el uribismo sufrió una derrota estruendosa. Y es una simple anécdota que cuenten con un personaje que funge de presidente, si bien todos sabemos que ni fu ni fa.
3. El uribismo no tiene un candidato serio a la presidencia, nadie querible ni creíble. Por ejemplo, lo de Tomasito Uribe es un chiste; la imagen de Marta Lucía Ramírez por muchas razones está por el suelo, y la figura fuerte que mejor representaba al uribismo, el finado Carlos Holmes Trujillo, ya no cuenta. Por otra parte, no creo que alianzas con clanes ni con patriarcados ni confabulaciones ni contubernios o patadas de ahogado funcionen para salvar un naufragio anunciado.
4. La comunidad internacional ya ve con malos ojos al uribismo. Son demasiados procesos judiciales que tiene en veremos al expresidente. Además el actual gobierno se ha caracterizado por el saboteo reiterado a los acuerdos de paz. Para colmo del desastre, la directriz del presidente de los Estados Unidos es apoyar dichos acuerdos. A los demócratas tampoco se les olvida la intervención del uribismo en las pasadas elecciones de Estados Unidos.
5. La inmensa mayoría de los colombianos rechaza al señor Álvaro Uribe. Aquel famoso coro angelical: ¡Uribe, paraco, el pueblo está verraco!, ya no se escucha mucho porque no hay público en los estadios, y, además, en tiempos de pandemia las manifestaciones están restringidas. Pero les aseguro que ser uribista hoy por hoy es hacer el oso. Si no pregúntenle a Pachito Santos.
6. La corrupción, la violencia, la injusticia, las masacres, la miseria, el hambre y otros males sobreabundan ante la indiferencia del actual gobierno. No creo que el pueblo colombiano sea tan inmensamente masoquista como para reelegir a sus verdugos.
7. Y, finalmente, porque creo que antes de las elecciones de 2022 la Corte Penal Internacional se pronunciará sobre las investigaciones que tiene Uribe en Colombia, y que no prosperan por obvias razones.