En la Casa de Nariño Daniel Palacios, actual ministro del Interior, era conocido desde el 2009 como el cargamaletas más lambón que tenía Uribe. El presidente había conocido al joven monteriano porque era el nieto de Aníbal Martínez, político especialista en conseguir votos en el Cesar y quien fue condenado por corrupción durante la presidencia de Belisario Betancur mientras fue Contralor. A principios del año 2000, cuando a Uribe no lo conocía nadie y estaba recién llegado de hacer su curso en Oxford, Martínez lo invitaba a su casa en Valledupar y ahí Tomás y Jerónimo se volvieron íntimos de Daniel y desde entonces el muchacho consiguió algo que da más oportunidades en Colombia que cualquier doctorado: ser querido por Uribe.
Si, ser lambón del expresidente paga. Palacios solo es uno de los patéticos ejemplos de los que está lleno este gobierno, dirigido a punta de Skype desde el Ubérrimo. Alicia Arango es una de las devotas incondicionales que tiene el líder del Centro Democrático. A pesar de sus evidentes lagunas intelectuales, fue impuesta y mantenida como ministra del Interior durante casi dos años, todo porque fue una de las primeras en creer que Uribe podía ganarle a Serpa las elecciones del 2002. Fue su jefa de campaña, la que levantaba la moral de sus tropas cuando la favorabilidad del candidato del Corazón Grande apenas superaba el 1 %. Por eso la señora Alicia es intocable y tiene un teflón que ya quisiera tener Vargas Lleras. Arango, la misma que le dio un cargo de paz dentro de su ministerio al hijo del paramilitar Jorge 40, logró poner a su hija, una inexperta economista de Los Andes, como nueva codirectora del Banco de la República.
Como el más autoritario de los patrones, Uribe premia la fidelidad y condena la deslealtad. La inteligencia es una cualidad menor para ser apreciada por el expresidente. Nada más confiable que los obedientes. Entre más débil y dependiente del Ubérrimo sea el funcionario, más seguro tiene su ascenso. Sí, con el paso del tiempo, Uribe se parece cada vez más a esos dictadores que describieron Roa Bastos, García Márquez, el propio Vargas Llosa. Y, en un país de soplones inmorales, esa manera de tratar a sus enemigos, condenándoles a la calumnia, al escarnio constante, da votos. Por eso eran felices llamando traidor a Juan Manuel Santos solo porque quiso gobernar como a él le diera la gana. ¡Qué tal! ¿De dónde acá se ha visto que un Santos deba hacerle caso a un montañero?
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La inteligencia es una cualidad menor para ser apreciada por el expresidente. Nada más confiable que los obedientes
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El poder de Uribe es tan desmesurado como el de Sauron. Puede transformar a un senadorcito en presidente. La culpa de que Duque esté sobrepasado por la situación la tiene el propio Uribe. Fue tanta su sed de poder, de control, que respaldó a un congresista absolutamente desconocido en el país, para que le manejara la finca a él y a Sarmiento Angulo quien dio el 66 % de la plata de la campaña de Duque a la presidencia. Porque esto es lo que es Colombia para Uribe y Sarmiento, una finca en donde nosotros somos los peoncitos, arrodillados a sus caprichos. Viendo la pelea en la que está el progresismo no les quepa duda que Uribe ya tiene listo otro lambón para regalarnos en el 2022, Fico. Fico se le acomoda como un guante a las ganas de mandar que tiene el presidente eterno.
Estoy realmente mamado de esos jóvenes tecnócratas que se saca de un bolsillo infinito Uribe. ¿Cómo les parece Molano, el reemplazo de Holmes en Defensa? Basta ver su twitter, un cloncito ridículo de Uribe repartiendo improperios contra la protesta social y el proceso de paz. Debe tener un afiche de Pinochet debajo del de Uribe este hombre cuya máxima cualidad, descrita por el propio Duque, fue haber nacido en el Hospital Militar y obedecer. Algo parecido a esos tecnócratas como Malagón, el de Vivienda, o al propio presidente, jóvenes cargamaletas, devotos de la virgen y de sus padres, muchachos juiciosos que creen que el viejo es sabio solo por ser viejo. ¿De verdad vamos a aceptar que Uribe maneje la casa de ustedes como si fuera una prolongación del Ubérrimo?