No doy dinero en la calle a quien simplemente lo pide, prefiero entregarlo y apoyar a quien desempeña cualquier actividad o labor.
El sábado pasado estuve en la Plaza de la Trinidad en el antiquísimo barrio Getsemaní, de mi natal Cartagena de Indias.
Una fría cerveza y buena compañía eran mi séquito. Y pasaron con sus danzas, cantos y shows, los mismos artistas callejeros de siempre.
La robusta Shakira cartagenera, contoneando su cada vez más abultada panceta. Michael Jackson, vivo aún en nuestras callejuelas del centro amurallado y ahora, con bailarina adicional y coreografía nueva del famoso Thriller.
Un grupo de danzas acrobáticas y hasta un chico interpretando un violonchelo de manera habilidosa.
A todos les di. Estaban trabajando y eso es meritorio de reconocer con alguna contribución económica. Cualquier monto ayuda, son tiempos difíciles. Pero recomiendo ser generoso.
Solo tú, en tu intimidad, sabes la salud de tu cartera y cuán dadivoso puedes ser. Recuerda, siempre obtendrás con la misma medida que das.
Lo hago con inmenso placer, disfruto haciéndolo. Mi familia, allegados y yo seguimos presentes, saludables y con economías —algo disminuidas—, pero aún existente.
Brindar con desprendimiento es mi manera de agradecer tal bendición. Además, sus rostros sorprendidos y alegres por el gesto producen satisfacción.