Como a la vacuna le ha sucedido lo mismo que a Godot, en otras palabras: nunca llega, tocará que recurrir a la medicina tradicional.
Y es que no se puede olvidar la distancia de este país con las naciones del primer mundo. Allá las farmacéuticas han entregado las ampolletas a poquitos, de tal modo que para este estado no quedará ni el cuncho. Pero si no hay vacunas no es por negligencia, dado que ya se tienen las jeringas. Y, es de saber que por estos lares hasta hace un tiempo se producían vacunas, pero como se ha visto conveniente que lo mejor es importar se ha abandonado la producción farmacéutica.
Ante el avance de la pandemia habrá que recurrir a “todas las formas de lucha”. Primero que todo debemos recuperar los fenómenos paranormales. También hay que volver a la brujería, es decir, al conjunto de creencias y prácticas mágico religiosas para que vengan en auxilio. Si las brujas hacen aquelarres, de más de cincuenta personas, no hay que perseguirlas con escuadrones de la policía o con los Esmad para disolver los encantamientos. No se puede olvidar que la superstición, depende de la creencia del pueblo: “La fe mueve montañas”.
La autogestión imita y utiliza los canales neurológicos de distintos fármacos y desata una serie de efectos bioquímicos que son demostrables y medibles. Habrá que recurrir a la necromancia, en otras palabras, a la invocación de los espíritus que vengan a limpiar los lugares donde suele establecerse el coronavirus. Es necesaria la magia blanca para recuperar a los enfermos pues no hay camas en los hospitales y, los respiraderos de la Universidad de la Sabana y el interferón no sirven o no llenan los requisitos, según el Invima.
Y si se desconfía de la brujería, necromancia o la sugestión es necesario recurrir a otros medios. Por ejemplo, las rogativas, en otras palabras, las oraciones públicas que se hacen en los pueblos. No se puede olvidar las peregrinaciones de otros tiempos cuando los desplazamientos de los suplicantes llegaban a los altares de los templos portando figuras de la parte enferma. A más de un año de la pandemia se podría llevar un covid confeccionado por los especialistas en artículos religiosos.
Un camino más para superar la peste y volver a la anormalidad se encuentra en el herbolario. Así cuando el bicho comience a invadir la garganta las gárgaras con agua tibia y sal marina o “guapanela con limón”. La sabandija se espanta con te de eucalipto y, no olvidar la moringa, mal conocida como mata ratón.
Y el gobierno es prudente pues no quiere recurrir al sputnik porque los rusos estaban espiando el conocimiento ancestral. Tampoco la pócima cubana es recomendable porque de pronto trae la subversión. Mucho menos la vacuna china, aunque las tiendas de barrio están llenas de chucherías y engañabobos. Y lo peor, y es una lástima que no se puedan importar las gotas milagrosas de José Gregorio Hernández porque la discordia con el país vecino está madura.