Se lee en las paredes sucias y dejadas de la ciudad, se postea en facebook , y naturalmente, en twitter: #IsagenNoSeVendió
Es claro que Isagen es la tercera generadora de energía del país, que al año produce utilidades cercanas a los 400.000 millones de pesos de los cuales 125 mil millones le pertenecen al Estado colombiano, más 130 mil millones por concepto de impuestos.
Pareciera que este hecho por sí solo da para sostener de manera rígida y devota que Isagen no se debe vender por el mismo hecho de representar un activo que genera un negocio muy jugoso para el país. Sin embargo, en términos del largo plazo la venta de Isagen podría representar el verdadero negocio para el país.
Como en el largo plazo no todos estarán muertos, puede verse que la venta de Isagen es positiva bajo dos frentes. En primer lugar es claro que Colombia se aboca a construir vías de cuarta generación, dichos proyectos tienen un claro impacto sobre el crecimiento económico por los mecanismos de generación de empleo y la subsecuente disminución de costos logísticos del transporte. El agobiante estado de las carreteras en el país produce el perverso hecho de restar, en promedio, dos puntos sobre el crecimiento del PIB al año. Y esto no es una cosa menor, un solo punto del PIB tiene efectos reales sobre el bienestar de cada ciudadano, incluidos los trasportadores, ese gran activo de protesta social, de poder y monopolio de mercado.
La segunda etapa para la construcción de vías 4G consta de 10 proyectos con un costo de 15 billones. Sin la venta de Isagen, y teniendo en cuenta los rendimientos de esta empresa, necesitaríamos ahorrar esos 15 billones a una tasa fija de ganancia y a precios constantes durante más de 58 años; para ese entonces los principales opositores a la venta de este activo tendrán más de 110 años, ya sus canas se habrás extinguido. Sin embargo, es claro que la vía de financiamiento es a través del pérfido déficit.
En un sentido más estratégico sobre las finanzas públicas, la venta de Isagen aporta alrededor 5 billones que sirven como colchón para financiar estas obras tan importantes para el desarrollo de Colombia, de no tener estos recursos tendríamos que acudir a los mercados de deuda representados por los créditos bancarios, las organizaciones multilaterales, los mismos fondos de deuda pública y hasta la emisión de títulos de deuda.
Sin estos recursos los intereses de la deuda suben y estaríamos hablando de un detrimento sobre la sanidad financiera de la Nación. De hecho, el cálculo técnico del ministerio de hacienda apunta a considerar que por más utilidades que genere isagen, al acudir a financiamiento externo, las utilidades de dicha empresa no alcanzarían a cubrir todos los servicios de la deuda, desde este punto de vista no es sensato acumular un activo dado el costo de oportunidad tan grande en el que se incurriría.
La afirmación del monarca opositor, el senador Robledo, en el sentido de que la venta daña los recursos públicos, las necesidades estratégicas del país y la misma soberanía tienen un piso realmente débil. Claramente los recursos públicos se salvan, gracias a la venta de Isagen dado el argumento técnico anteriormente expuesto; la verdadera necesidad estratégica de Colombia debe recaer en recuperar su infraestructura para acumular competitividad económica, esto es un motor de desarrollo trascendental, y finalmente, la soberanía implica un concepto de libertad que sobrevalora el carácter superavitario y no el deficitario, esto no les gusta a los defensores del gasto público desmedido. Un estado con poca participación en empresas auspicia su eficiencia, eficiencia que delimita esa función primordial de un estado encaminado a generar bienes públicos.
@juan132514