Hace dos meses se cumplió un año del nacimiento de Las2orillas y tuvimos la grata recompensa de estar dentro de los diez portales digitales más leídos en el país. Generalmente se mide el impacto de un medio de comunicación por el número de lectores que tiene. Si es publicado en papel por suscriptores, tiraje y ventas, si es en Internet se facilita mucho ya que se mide directamente por cuantas personas hacen “clic” en un determinado artículo, columna o reportaje.
A raíz de saber que tan leídos somos, propuse a la dirección de la revista hacer una encuesta sobre el impacto que tiene lo que se publica a nivel personal en los lectores. Difícil propuesta, ¿cómo medir las emociones que despierta un escrito? ¿Cómo valorar los cambios en opiniones, creencias y valores luego de leer temas de impacto? ¿Cómo saber si se ha creado opinión pública que influya en el futuro de la nación? La verdad, esto supera mi saber y mi experticia. Sin embargo, lo que sí cae en mi campo, que es el ser humano individual, es proponer al lector una serie de enunciados que lo conduzcan a reflexión personal:
La información suministrada por Las2Orillas (y otros medios):
- Me ha hecho cambiar de opinión en…;
- He realizado un cambio significativo en mi estilo de vida a raíz de la lectura de…;
- Mi relación con los otros seres humanos a cambiado a raíz de las lecturas de…;
- He realizado tal acción… a la que me movió la lectura de…;
- Ahora soy mejor ser humano gracias a la lectura de…;
- Aprendí e investigué a profundidad luego de leer…;
Reconocer los cambios personales a raíz de las opiniones de otras personas es tener gratitud y empatía con ellos.
Porque, ¡para algo! lee uno columnas de opinión y medios de comunicación. No solo por divertirse. Se leen para ampliar conocimientos; por las emociones que producen; para tener argumentos en una conversación; para reafirmar lo que sabemos o creemos; a veces y ojalá no fuera así, nos llenan de odio, rencor, miedo, rabia. En el fondo espero que siempre tratando de mejorar nuestra calidad humana con ello. La lectura conduce a esto, la escritura también.
En el editorial de Arcadia Nº 106 dice: “Si uno quisiera explicar el rendimiento de un medio cultural, tendría que hacerlo a largo plazo o en perspectiva: mirar hacia atrás y comprender que ha sido gracias a ellos que hemos tenido la posibilidad de clasificar, valorar, conocer y ensanchar nuestros gustos y disgustos”. Esto tal vez es la esencia de lo que queremos los columnistas de opinión, y espero los periodistas. Por eso vale la pena sentarse a escribir.
Sé que cuando más he aprendido y cambiado es al haber leído sobre lo que no me gusta, lo que rechazo, aquello con que no estoy de acuerdo. Es lo que me reta a adoptar otros puntos de vista o reafirmar los propios. Ya que leer solo y exclusivamente sobre lo que concuerda con nuestros pensamientos y emociones —reafirma lo que creemos— pero nos vuelve estrechos de miras, restringe nuestra opinión, nos vuelve intolerantes. De allí la invitación a leer y leer.
Coletilla: Tengo la ilusión de que los lectores puedan dejar un rastro de lo que hicieron con este ejercicio en los comentarios que se pueden escribir al final de la columna.