El tamaño sí importa
Opinión

El tamaño sí importa

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enero 03, 2015
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El metro colombiano no mide un metro exacto, tal como lo hacen todos los metros del universo  y cuya medida precisa la dicta el bien famoso metro de platino iridiado que reposa en el Museo de Pesas y Medidas de París y que se define como la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano terrestre.

Por cosas del mundo globalizado de hoy en día, los metros made in China miden algo más o algo menos de un metro, dos o tres líneas, y por ello, quien se haga un traje a la medida con base en un metro made in China siempre tendrá el talle de la espalda demasiado ajustado o las solapas quedarán muy anchas.

Pero hay otro metro que no es otro que el metro colombiano que siempre, imparajitablemente,  mide una pizca o un jurgo más que lo que mide el metro que reposa en el museo parisino.

Y es por ello que la victoria del deportista nacional la celebramos siempre con más fuerza y serpentinas tricolores  que cualquier competencia ya que, simplemente, nuestra forma de medir  es diferente. Si nos dicen que se ganó una medalla, jamás dudaremos que obtuvo la presea de oro y siempre pensamos que la humanidad no hace sino hablar del logro obtenido por el deportista colombiano.

Trasladamos lo aquí dicho a las artes y las letras y ocurre exactamente igual. Siempre cuatro aplausos a un académico nacional significa que un auditorio con cien mil asistentes ovacionó de pie durante una hora al participante colombiano.

¿Y en política? Lo mismo y de lo mismo. Estamos convencidos que Juampa es conocido en todo el mundo y que los dignatarios del universo están con una oreja acá y otra allá pendientes de lo que se habla en La Habana. Y pensamos que Le Monde de París no hace sino editorializar sobre los éxitos de las tercera vía colombiana. Tal como sí lo hace el principal diario capitalino.

Sí. Todo, al parecer, lo tenemos más grande.

Por todo lo anterior es que no me llamó especialmente la atención lo acordado en el foro que se celebra en estos días en Bogotá y que dícese llamar Rio + 20, en donde supuestos expertos hablan de sostenibilidad y medio ambiente y han tenido la jugosa decisión de escoger a la capital colombiana por su compromiso con el cambio climático y sus logros con el desarrollo sostenible, y les dio por premiar al alcalde o quién sabe a quién por lo bien y bonito que maneja el Transmilenio y el aseo.

Ajá, bien bonito.

Hace casi 20 años se creó Transmilenio, un atractivo sistema de transporte público guiado por buses articulados, con vías preferenciales y con estaciones especiales que abrían las puertas de acceso a los buses una vez estos se estacionaban.

Han pasado los años y nadie nunca lo ha mejorado. Hoy el Transmilenio son los buses que andan como pueden en unas vías con el pavimento absolutamente deteriorado, botando un humo negro tan negro como el alma de un banquero y haciendo zigzag para evadir los huecos o cráteres y donde es casi imposible encontrar una puerta de las estaciones en adecuado funcionamiento ya que el vandalismo y el tiempo lograron hacerlas inoperantes. Se mantienen peligrosamente abiertas.

¿Y las basuras? Cada edificio, cada local, cada espacio saca su bolsita plástica con la basura, haciendo que cada cinco metros o cada cien haya una bolsita sobre el piso, allá, tirada a las buenas, sin existir ningún tipo de contenedor. Es la basura de la ciudad en bolsitas que en la noche recoge un camión de basuras. Y eso que no se habla de los desperdicios que no caben en la bolsita plástica…

Es el caos, Transmilenio y aseo son un par de caos que acaban de ser bendecidos  por alguien que tiene la regla inadecuada y ve todo más bonito y alegre en una camioneta acompañada de cinco camionetas más y tres motos policiales a la velocidad que quieren y violentando todas las reglas de tránsito.

Blablablá Santos debería ir a París y traerse la medida exacta del metro, aunque conociéndolo nos llega con el cuento de que se está traduciendo al francés su discurso de posesión. Mejor, deje así.

… y hablando de…

¿A qué juegan las Farc?

No juegan, esos lo que están haciendo es la guerra dentro de su maravilloso negocio que incluye extorsión, narcotráfico y unos cinco delitos más que se me escapan.

En La Habana parece que sí juegan…, al risk.

 

Fecha de publicación original: 16 de agosto de 2014

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