¿Prepara Biden el asalto de América Latina?

¿Prepara Biden el asalto de América Latina?

"La globalización intentará avasallar la soberanía y la autodeterminación de los pueblos"

Por: Oscar Rotundo
diciembre 21, 2020
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¿Prepara Biden el asalto de América Latina?
Foto: Twitter @JoeBiden

“No tenemos tiempo que perder en lo que se refiere a nuestra seguridad nacional y política exterior” … “Necesito un equipo preparado desde el primer día que me ayude a reclamar el asiento de Estados Unidos a la cabeza de la mesa, a reunir al mundo para hacer frente a los mayores desafíos que enfrentamos y a promover nuestra seguridad, prosperidad y valores. Este es el punto crucial de ese equipo” [1].

Con estas palabras, Joseph Robinette Biden Jr., presidente electo de los Estados Unidos de Norteamérica, señalaba el camino que regirá la política exterior del autoproclamado “Amo del Norte”, a partir de enero de 2021.

Representante del viejo establishment que implementó la globalización y las políticas aperturistas y especulativas para favorecer la diplomacia de guerra y los contratos del complejo militar/industrial —tanto como senador y como vicepresidente, durante 45 años—, Joe Biden llega al poder imperial, auspiciado por las élites de los magnates de “Silicon Valley”: las firmas Vanguard, Black Rock, State Street, Amazon, Facebook, Twitter, Microsoft, Apple, y de la mano del New York Times, las cadenas CNN, NBC, ABC, CBS, la familia Rockefeller y las ONG impulsadas por Bill Gates y George Soros para reformular el sistema capitalista global pospandemia.

Este Nuevo Orden, Económico/Político y Mundial contiene diversos componentes ya conocidos por los pueblos de la mal llamada “periferia”; entre ellos, el impulso de la reconversión tecnológica, el control de los recursos naturales y el combate a los enemigos externos que atenten contra la estabilidad financiera y la seguridad de los Estados Unidos de Norteamérica.

El electo presidente Joe Biden, durante su trayectoria política, patrocinó las estrategias conocidas como Plan Colombia a comienzos del siglo XXI, la llamada “guerra contra el terrorismo” después de 2001; junto a sus financistas de la mass media, propaló las fake news que sirvieron de excusas para la invasión de Irak en el año 2003 y auspició la doctrina de la llamada “guerra preventiva”, que fue el andamiaje teórico para desestabilizar a Siria y  hundirla en una guerra civil que dura hasta nuestros días.

También respaldó la intervención militar británica en la guerra de Malvinas, presentando, como senador ante el Congreso norteamericano, una resolución de apoyo al Reino Unido; justificando ante la prensa “Mi resolución busca definir de qué lado estamos y ése lado es el británico. Los argentinos tienen que desechar la idea de que EE. UU, es neutral” [2], desconociendo irresponsablemente el famoso acuerdo del TIAR (Tratado Interamericano de Ayuda Recíproca).

Es conocida su posición belicista en la intervención militar a Libia y en la guerra de los “Balcanes”, como dijera el ministro de Relaciones Exteriores de Bosnia y Herzegovina, Sven Alkalaj: "El senador Biden siempre apoyó a Bosnia durante la guerra y en su camino hacia la democratización; y su visita ahora es otra forma de demostrar el compromiso de su gobierno" [3].

En el ámbito económico favoreció el rescate de las grandes corporaciones y bancos en la crisis de las “hipotecas subprime”, que arrastró a la debacle al conjunto del sistema capitalista, apoyando la Ley de Estabilización Económica de Urgencia de 2008 (llamado también Plan de rescate financiero de Estados Unidos) [4].

Para realizar la tarea encomendada por la plutocracia de Estados Unidos desde el Poder Ejecutivo Imperial, Biden seleccionó un conjunto de colaboradores con destacada trayectoria, para puestos claves, que darán forma a su nueva estrategia global.

Como Directora de Inteligencia, para la coordinación de las todas las agencias de inteligencia estadounidenses, nominó a Avril Haines; quien fuera la segunda al mando de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) (2013-2015) y del equipo de Seguridad Nacional en la Casa Blanca (2015-2017) bajo la presidencia de Obama.

En el año 2018, Haines respaldó la designación de Gina Haspel como titular de la CIA, más allá de las vinculaciones, de esta última, con casos de torturas a detenidos de Al Qaeda

Otro cuadro estratégico, que acompañará al presidente, es Linda Thomas-Greenfield, diplomática, con 35 años de experiencia en el Servicio Exterior, quien ocupó el cargo de embajadora de Estados Unidos en distintos lugares, como Liberia, Suiza, Pakistán, Kenia, Gambia, Nigeria y Jamaica; además fue Secretaria de Estado adjunta para asuntos africanos entre 2013 y 2017 y exdirectora general y directora de recursos humanos del Servicio Exterior.

Antony J. Blinken fue su principal asesor en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado y en la vicepresidencia, se desempeñó como asesor de Seguridad Nacional y luego como principal asesor de Seguridad Nacional adjunto de Obama, y como subsecretario de Estado de 2015 a 2017.

Jake Sullivan ocupará el principal puesto de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Sullivan, tuvo un papel destacado en las negociaciones que condujeron al acuerdo nuclear con Irán en 2015.

Alejandro Mayorkas fue designado para dirigir el Departamento de Seguridad Nacional, nacido en Cuba en una familia que huyó de la Revolución, se desempeñó como fiscal en California, y durante el primer mandato de Obama, como director de Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos. Fue subsecretario de Seguridad Nacional de 2013 a 2016.

Otro cuadro de la globalización, heredado de la administración Obama, es John Kerry, exsecretario de Estado, quien será designado como “Enviado presidencial para el Clima”, para aportar a la lucha contra el cambio climático; o sea, monitorear el desarrollo y expansión de las tecnologías alternativas y la “protección del Medio Ambiente”

En esta breve introducción, sobre los personajes que en un futuro próximo marcarán con su política el porvenir de millones de personas, podremos encontrar los rasgos distintivos de una nueva escalada imperialista, agravada por las circunstancias políticas y sociales que genera la pandemia del COVID-19, que lejos de haberse superado, prosigue causando muerte y desolación entre los sectores más vulnerables de las sociedades.

La pandemia generó, entre todos sus males, una brutal flexibilización laboral a nivel mundial, de la cual difícilmente se salga; muchos empleos formales, con sus beneficios sociales, se han perdido definitivamente, entre las pequeñas y mediana empresas, que también difícilmente vuelvan a abrir sus puertas; lo mismo pasa con los grandes y medianos negocios.

Toda esa masa laboral desocupada y la infraestructura sanitaria maltratada por las políticas neoliberales y mercantilizadas mediante las privatizaciones, caerá con su peso, sobre los brazos del Estado, que tendrá que responder de manera heroica si no quiere que su país se convierta en tierra arrasada.

Para esta próxima etapa globalizadora que se avecina, los Estados tendrán que proteger sus recursos naturales y el bienestar de sus pueblos, fundamentalmente con políticas soberanas y con grandes cargas impositivas a los sectores exportadores de mayor capital y a las grandes transnacionales que explotan las actividades extractivistas.

Frenar la especulación financiera de los bancos y controlar la fuga de capitales, y subsidiar y recuperar las empresas de servicios esenciales para la población.

América Latina, portadora de las mayores reservas naturales, estará nuevamente en la mira de los globalizadores, los gobiernos populares como el de Bolivia y Venezuela, que cuentan con importantes yacimientos de todo tipo de minerales e hidrocarburos en manos del Estado, serán objeto de acciones desestabilizadoras de distintas características que los obligarán concentrar recursos tecnológicos y humanos en la defensa, pues el abanico de agresiones al cual echarán mano “los gendarmes del mundo” se ha sofisticado, tanto por el avance tecnológico del complejo militar/industrial, la concentración del poder mediático de manipulación informativa, como por el deterioro de las relaciones económicas, sociales y políticas en las diferentes regiones del planeta.

"Sin una gestión eficaz de nuestros recursos hídricos, corremos el riesgo de intensificar las disputas entre comunidades y sectores y aumentar las tensiones entre las naciones", expresaba Antonio Guterres, secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) [6], anticipando lo que pudiera ocurrir en un futuro no muy lejano.

Ya el antecedente de que el agua cotice en el mercado de futuros de materias primeras de Wall Street es una muestra de lo que será la lucha por su apropiación.

Ante esta nueva circunstancia, las palabras claves son unidad, solidaridad, conciencia y lucha. Unidad entre las fuerzas nacionalista, populares, de izquierda y progresistas, contra las corrientes privatizadoras o neoliberales, que en su egoísmo no dudaran en vender hasta el alma con tal de seguir manteniendo su tasa de privilegios.

Solidaridad entre los sectores populares y con los más vulnerables de la sociedad, con una fuerte presencia del Estado, para acompañar esta transición traumática.

Conciencia, para enriquecer la discusión política y la generación de cuadros intelectuales, técnicos y gerenciales para nutrir el recambio generacional, ya que esta situación tiene alcance estratégico e irá escalando de acuerdo a la resistencia que los pueblos opongan a las pretensiones expropiatorias del imperialismo.

Lucha, política, ideológica y cultural para la refundación de Nuestra América y su transformación en un Abya Yala que refleje la gloria ancestral de nuestros hermanos nativos, que pudieron construir sociedades con alto nivel tecnológico con absoluto respeto por la naturaleza, en las que vivían millones de personas.

La crisis del capitalismo en su fase terminal genera fuerzas retrógradas y reaccionarias dispuestas a todo con tal de mantener la sobrevivencia de los “autodenominados más aptos” o de los fanáticos de la doctrina del “destino manifiesto” que invocan… “el cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la providencia para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino” [7].

Estos fanáticos que se apoyan en un supuesto “sustento religioso”, por el cual están convencidos de ser el pueblo elegido por Dios, para sobresalir por sobre los demás, por su superioridad moral como pueblo; han sido los mayores criminales y saqueadores de la historia.

En pleno siglo XXI y con un camino recorrido, que nos ha hecho vivir y sobrevivir a dictaduras y políticas de hambre y miseria para llegar hasta nuestros días, el desafío que tenemos por delante, nos obliga a trascender las barreras del sectarismo, el dogmatismo y el oportunismo, en aras de construir fuerzas poderosas que resistan ante las pretensiones imperiales.

La globalización intentará avasallar la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. La revolución tecnológica imperial generará nuevos lazos de dependencia y transculturización. El intervencionismo militar retroalimentará su industria tecnológico/armamentística y la apropiación de los recursos naturales. Sus políticas financieras ahogararán a los estados con créditos usurarios.

Hemos avanzado y estamos preparados. Cuba, Nicaragua, México y Venezuela han resistido, Bolivia se ha recuperado, rescatando de las garras golpistas el gobierno popular; en Perú maduran las posibilidades para el triunfo de un proyecto de unidad popular, que consagre a un gobierno que defienda la soberanía y enarbole la justicia social.

Seguiremos dando batalla en Argentina, Uruguay y Chile. Rescataremos Ecuador, Brasil y Paraguay. Afianzaremos la paz con justicia social en Colombia. Haremos del ALBA-TCP y de UNASUR nuestro escudo protector, al cual integraremos a los hermanos del Caribe y Centroamérica.

Nuestro “destino manifiesto” emana de la voluntad de los pueblos oprimidos, de la solidaridad y del respeto por la vida en su totalidad y su diversidad de cara al porvenir, sin pretensiones hegemónicas, ni delirios místicos; porque venimos del hambre, de la esclavitud, de la sinrazón y de la injusticia; con el corazón generoso y agradecidos, porque somos conscientes de que la vida vale la pena ser vivida.

Daremos batalla, seguros de la victoria.

Notas

[1] Biden nominará a la primera mujer para liderar la comunidad de inteligencia y al primer latino para dirigir Seguridad Nacional

[2] Elecciones en Estados Unidos: el gatopardismo de Biden

[3] Joe Biden arribó a los Balcanes

[4] Ley de Estabilización Económica de Urgencia de 2008

[5] La administración Obama, cantera del equipo de gobierno de Biden

[6] ¿Qué significa que el agua se comience a cotizar en Wall Street? (Y cuáles son los riesgos)

[7] ¿Qué es el destino manifiesto?

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