Bajo la literatura indagada, no se pudo identificar el punto exacto de inicio de la tauromaquia. No obstante, les presento una breve descripción histórica del macabro “gusto” de la tauromaquia; ejemplo vivo del primitivismo, la simpleza, el amor a la muerte y la tortura con la que los psicópatas y los sociópatas se “divierten”.
Desde la prehistoria han encontrado pinturas rupestres alusivas a toros. Un ejemplo es el toro salvaje, el Bos primigenis Taurus que fue domesticado en el neolítico. Desde esa época ya se pueden ver simbologías como construcciones intersubjetivas como subjetivas con el toro. Más adelante en el decadente Imperio Romano, identificamos noticias de violencia gratuita. Actividades denominadas: Venerationes donde animales no humanos eran sacrificados y peleaban con animales humanos. Precisamente, el Emperador Julio Cesar fue el que introdujo en Hispania (España actualmente) la muerte y tortura de los toros con su asesino renombrado Kaspóforo. En efecto, la mayoría de estos “toreros” (ya que no existía la palabra en ese momento) eran gente pobre en busca de saciar su hambre, esclavos, desertores del ejército, prisioneros de guerra o condenados, dándole el matiz de violencia y sangre que englobaba el populacho de Roma. Realizar estos eventos era para generar cohesión social, es decir pan (en latín panem et circenses) como el fútbol.
Cuando finalmente cae el imperio Romano nacen un compendio de reinos y feudos. Uno de ellos fue el de Hispania que cayó con los Godos y luego este territorio sucumbió contra los árabes donde se van a regocijar con la muerte y la tortura de los toros. Para el siglo noveno después de la era común, se identificó otro pasaje de tortura, específicamente en León en el año 815. Otro fue en 1080 por la boda del Infante Sancho Estada o la corrida en 1107 que celebraba otra boda o la de la coronación de Alfonso VII en el año 1113. Es decir, en esta etapa las clases altas generaban estos espectáculos para sus comensales.
Hasta la edad moderna es que inician las críticas a este adefesio, en virtud de ser una práctica abominable. Una de ellas la efectuó el papa Pío V, cuando emitió la Bula De Salutatis Gregis Domici que prohibía el espectáculo. Es más, la Iglesia en ese momento amenazaba con excomulgar a las personas que fueran a ello. No obstante, dado el negocio de la muerte, el sucesor Gregorio XIII con la Bula Nuper Siquidem en el año 1575 avalaba de nuevo con el beneplácito de Rey de España Felipe II. Otra crítica fue la realizada por Francisco de Quevedo en su epístola Contra las costumbres presentes de los castellanos. Quien aclaraba que además de generar crueldad infringida propiciaba consecuencias nefastas en la agricultura el gusto por la tortura de los toros.
En el reinado de Carlos III (1757-1788) proliferan las plazas de toros y la imagen del “torero viril”, del “macho que enfrenta la muerte”, aunque el pobre toro lo han dejado sin comer por días, lo golpean, le esparcen crema en los ojos como limitan el accionar de los cachos. ¡Los toreros son simplemente asesinos a sueldo! En particular, respeto más a un sicario que a un torero. Pues el primero cuando interactúa con la víctima esta tiene alguna posibilidad. En cambio, el torero siempre gana. Sin olvidar, que la tauromaquia tal como la conocemos hoy en día se basa en las ideas del “empresario de la muerte” Joaquín Rodríguez Costillares (1743-1800).
En el siglo XX en Europa la gran mayoría de los países erradicaron esta práctica exceptuando España. Por ejemplo, en Gran Bretaña los Bull -baiting o peleas de perros, fueron prohibidas a finales del siglo. España, por el contrario, se volvió el pivote en el siglo XIX y específicamente, Barcelona como motor económico. En particular, las condiciones sanitarias como de pobreza eran extendidas contribuyendo que las masas acéfalas e ignorantes al igual que el populacho de Roma amara el espectáculo con ahínco. Hasta que Primo de Rivera, prohibiera la práctica. Sin embargo, el lobby de los “empresarios de la muerte” fue tal que catapultaron lo de Rivera y en el presente sigue sacrificando, torturando y burlándose de los sufrimientos de los caballos y toros en regocijo para los sedientos de sangre.
En Colombia no hemos hecho la lectura. Será para otra entrega, pero dado que Colombia se deriva de España y esta del Imperio Romano traemos este lastre, esta ignominia. Sin embargo, en el mundo cada vez somos más los que estamos en contra de esta salvajada. A continuación, les presento frases de diferentes personas en contra de los amantes de la sangre:
“Si el toreo es cultura, el canibalismo es gastronomía”. Manuel Vicent.
"Las fiestas de toros son indignas de un pueblo civilizado y los extranjeros asistentes a dicho espectáculo se hacen cómplices de la barbarie española. Son fiestas reprensibles, bárbaras y dignas de ser extirpadas". Jaime Balme.
"Las corridas de toros son un vicio de nuestra sangre envenenada desde antiguo". Jacinto Benavente.
"España es el pueblo que ha tenido más guerras civiles debido a la influencia funesta de la fiesta de los toros”. Gregorio Marañón.
"La fiesta taurina, donde de forma precisa un mamífero superior, con un sistema nervioso semejante al nuestro, capaz por tanto de sentir dolor, agonía y muerte, es engañado, asaeteado, alanceado y muerto, generalmente de forma carnicera, para celebrar no se sabe qué extraño festejo". Josep Miró I Ardevol.
"No creo que haya que prohibir las corridas de toros; sencillamente pienso que hay que olvidarlas por antiguas, por primitivas y por crueles". Luis Antonio de Villen.
"Nunca sentí piedad por un torero, y hasta pensé a veces que era buena su muerte por el pobre toro traicionado". Juan Ramón Jiménez en Toros de noche.
No falta razón, que esta fiesta bruta solo ha quedado en España, y no hay nación que una cosa tan bárbara e inhumana si no es España consienta." Lope de Vega.
"Siempre me han aburrido y repugnado las corridas de toros". Miguel de Unamuno.
“Todo ser sintiente debería tener derechos concedidos por los seres humanos en el sentido de justicia que se debe practicar hacia cualquier sujeto de una vida”. Natalia Parra.
“Sí va a llegar el momento en que exista tan poco público para la tauromaquia que llegue a ser inviable. No estoy de acuerdo en que toque esperar a ese momento porque son muchos los seres que van a seguir siendo torturados”. Natalia Parra.