Llevaba seis meses sin visitar a su ex esposa, Norby Alvarez, sin verla. Su comportamiento había provocado su destierro de la casa de la mujer. A Sofía, su pequeña hija, Diego Cadavid no podía verla casi nunca. Aprovechando las noches decembrinas, los alumbrados, Diego Armando Cadavid Álvarez pidió que le dejaran pasar un rato con la pequeña.
De Diego Cadavid se sabe que tenía problemas con el alcohol y que, la combinación con sustancias sicoactivas, le sacaba el monstruo que tenía adentro. Las golpizas que vivió Norby con su esposo eran múltiples. Uno de sus entretenimientos favoritos era ir al estadio Atanasio Girardot a ver al Atlético Nacional. Era tan fan que hasta iba a esperar al equipo al aeropuerto cada vez que salía de la ciudad a disputar un juego.
Con Norby los desencuentros aumentaban con el correr de los días. Nunca le perdonó que lo dejara a comienzos de esta pandemia, cuando el maltrato familiar aumentó a niveles estratosféricos. Las juergas, con la separación, aumentaban y Diego Cadavid perdía cada vez más el control.
Y a pesar de eso lo dejó salir con su hija, pasearon a orillas del río La Mota en Rionegro. Ahí la asesinó, cumpiendo la amenazas que había proferido semanas atrás, cuando prometió matar a Norby y después suicidarse. La venganza fue aún peor.Le quitó lo que más amaba.