La vida a Diomedes Díaz le cambió el 14 de mayo de 1997. Ese día una de sus fans más fieles, Doris Adriana Niño, quien acompañaba en una sórdida fiesta al ídolo vallenato, fue violada, abusada y asesinada. Tenía 22 años. Una vez se dieron cuenta que estaba muerta trasladaron el cuerpo desde un apartamento al norte de Bogotá hasta un potrero en Cómbita. Sus guardaespaldas duraron cerca de cuatro horas en el trayecto. El hermano de la víctima puso el grito en el cielo y en agosto de ese año ya era el hombre más buscado de Colombia. Diomedes fue capturado un año y medio después mientras se disponía a tomar un avión en El Dorado.
Lo metieron preso en Cota, en la estación del DAS que funcionaba en ese municipio. En ese momento el DAS ya estaba permeado por las fuerzas oscuras de la extrema derecha. Dos años después José Miguel Narvaez, quien fuera subdirector del DAS una vez Uribe fue presidente, instigaría ante Carlos Castaño el asesinato de Jaime Garzón. Así que Diomedes entraba y salía a su antojo de la cárcel y pocos meses después le darían libertad condicional.
En esa época uno de sus más fieles admiradores, un mayor del ejército, David Enrique Hernández Rojas, alias ’39, que había desertado para irse con los paramilitares, le ofreció sus hombres, su protección. Era el segundo hombre al mando del Bloque Caribe que comandaba Jorge 40, quien a su vez le regalaría una finca en el Cesar al ídolo vallenato.
Fueron cuatro años, del 98 al 2002, donde Diomedes hizo lo que se le dio la gana con la justicia colombiana. Iba y venía, se presentaba en ferias y fiestas, hacía conciertos y era siempre escoltado por los paracos del Bloque Caribe. La fiesta terminaría el 26 de setiembre del 2002 cuando decidió entregarse a la justicia. Fue otro capitulo vergonzoso en un país sin ley.