Era 1999 y no existía una mujer más hermosa que Margarita Rosa de Francisco. Todos morían por ella. Su papel en Illona llega con la lluvia había terminado de cimentar un mito que arrancó en Los pecados de Inés de Hinojosa y se consolidaba con café. Como ella misma lo afirmó en un trino, a pesar de que todos se morían por ella, no sucumbía a los Príncipes Azules sino que iba directamente por la inteligencia y el buen humor. Es que uno de los amigos más cercanos de la Mencha en esa época era precisamente Jaime Garzón:
os detalles que se saben son pocos pero Jaime la hacía reír y conservaba uno de sus zapatos de tacón en el auto y hacía alarde de ello a los que se subían a su auto. Cuenta la leyenda que un día llegó a su casa en La Macarena y la encontró haciendo ejercicio a su mamá nada más y nada menos que con la Mencha haciendo aeróbicos. Los vendedores de flores de La Macarena se alegraban cuando se lo encontraban: arreglaba el dia.
Ella lo ha negado por completo. Margarita Rosa creó en el 2017 una novela a la que tituló El hombre del teléfono y es probable que Garzón haya sido incluso su inspiración para el personaje principal. El hombre del teléfono surgió de la etapa que Margarita Rosa vivió en Madrid después de haber sido virreina nacional de la belleza y haber protagonizado novelas como Gallito Ramírez. En la capital española se metió a estudiar en la escuela de Juan Carlos Corazza y las llamadas de Jaime Garzón, a quien había conocido en una Feria de Cali, aliviaban su soledad tras su divorcio con Carlos Vives. Así, se cuentan otros detalles de la vida de la autora, pues buena parte de la narración parte de sus emociones y sentimientos. Sin embargo, Margarita Rosa enfatiza en que su objetivo no era ser sensacionalista sino construir un relato coherente y fácil de leer. Es más un ejercicio de catarsis.
Aunque Margarita Rosa y Jaime Garzón tuvieron una relación muy sonada en medios cuando ella volvió de Madrid, ella asegura que no amó al hombre del teléfono. “Fue una circunstancia en cierto modo teatral que se armó ahí, pero pienso que no se puede hablar de sentimientos profundos por ninguno de los dos lados. Ni de amor, ni de amistad”.
Jaime era tremendo gallinazo y le echó los perros a Paola Turbay en su momento y hasta Maria Elvira Arango, con poco éxito. A los 39 años, en la cima de su carrera, por orden de José Miguel Narvaez, subdirector del DAS, dos sicarios lo asesinaron en Bogotá. Más de una mujer lo lloró a raudales.
