Uribito se voló y no hay quién lo agarre. Uribote, desde su caballo, observando aquella llanura cordobesa que es suya, tiene el mundo entero para esconderlo.
La Corte y sus magistrados, y los pequeños agricultores, y la tierra campesina que sin sistemas de riego, la sequía está arrasando y nosotros todos toditos ... ... quedamos mamando.
Y lo peor es que vivo topandome con doñas muy pispas y pinchadas, que me dicen que tan pobrecito el ministro con esa cara de tan buen muchacho. Con niñitos muy majos y puestesitos de camisita con caballito, recién egresaditos ellos de la facultad, diciendo y estirando la palabra, "es que fue una pena desssproporrrcionada".
Todos esos jóvenes bien educados que después de haber conocido a Arias como su profesor en los Andes, elevan su voz de protesta:
¿A profesionales decentes y bien formados como uno, viendo esas condenas, cómo no nos va a dar miedo entrar a trabajar al sector público?
Al combo de plañidos, se suman el de resanderas camanduleras que aseguran que Arias es un tipo pobre, que no se robó un peso y que "hasta" le tocó vender el apartamento.
Ese rebaño tumultoso y bulloso, en algunas cosas tiene razón ... pero en otras no.
Arias incurrió en varios delitos. Indujo a muchas
personas a que los cometieran y pidió plata a los beneficiados por enseñarles a hacer la vuelta.
El expediente me lo conozco de memoria, he hablado personalmente con los protagonistas, participé de todas las audiencias como defensor de uno de los implicados, y por eso no me cabe la menor duda que todo el torcido fue ejecutado por el ministro Arias y sobretodo, craneado por el Gamonal, quien era el que necesitaba dejarle a la finca un agregado firme, un perro guardián que mordiera y ladrara cuando él se lo ordenara.
Los dos sentados en una de las mesas largas que llenan las oficinas de palacio debieron haber caido en cuenta, que no iba a ser muy bien visto diseñarle un proyecto agrícola con carácter social y humano, a los terratenientes multimillonarios de todo el país a quienes tenían que homenajear antes de que iniciara la campaña electoral, pues eran ellos quienes tradicionalmente habían fondeado la militancia política que puso a Uribe a gobernar.
En cambio, si el proyecto se presentaba como indispensable para ayudar al pequeño agricultor, al campesino de a pie, que le hace el quite al charco cuando lo salpica la Toyota del patrón, pues ese sapo deforme, bien adobado, sí se lo podía tragar todo el mundo.
Andrés Felipe Arias le presentó el proyecto a toda esa gente embilletada que es dueña de media Colombia. Les dijo que ese ponqué era para que se lo jartaran como marranos y que después de quedar llenos, iban a tener que tributarle, pues necesitaban recursos para pagar la campaña presidencial uribista que se veía venir.
La maldad fue planeada aprovechándose de la aridez de la tierra que se está deshidratando.
En el campo lo que hacen es desviar cauces he inundar terrenos cuando llueve y esperar a que el calor los vaya secando. Quien tiene la tierra cerca al río, queda emparamado y para el que la tiene lejos no hay nada, un par de gotas si al caso como baño'e gato.
Un sistema de riego en cada parcela haría que el recurso perdurara durante todo el año y sobre todo que el agua, que en el campo es billete, se repartiera mucho más equitativamente.
El Gobierno necesitaba un platal. El presidente, a como diera lugar, tenía que reelegirse así fuera a través de un calanchin, y a los grandes aportantes hay que darles un ponqué bien grande al que le quepan muchas velas, para que estén dispuestos a repartir un par de tajadas.
El crimen se empieza a ejecutar, cuando Arias y el Gamonal le meten un mico al proyecto que no tenía. El gobierno y su ministro fotocopia, permitieron que los recursos de los subsidios para los sistemas de riego, no fueran solamente para los propietarios sino que también podían acceder a ellos los arrendatarios. De esta forma la torta sería más fácil de partir.
Les explico. Como el proyecto era diseñado para el campesino que tiene un terreno pequeño, el hecho de que se le otorgara subsidios al arrendatario, permitía que el gran terrateniente subdividiera en pequeños tajos sus miles de hectáreas, hiciera contratos ficticios de arrendamiento con primas viudas que vivían en Miami, con sobrinos bobos; o con bellas y reconocidas actrices que nunca han sembrado una yuca. Y así, por cada pedacito de su hacienda, recibían varios milloncitos que se convertirían en la inmensa tula que terminó cargándose cada uno.
Ahora bien, es importante aclarar, que los terratenientes beneficiarios, los que partieron sus fincas descomunales en lotecitos y recibieron la plata, y que después pagaron la campaña uribista, obraron de buena fe.
Créanme. Suena chistoso pero esta vez, a los ricos, los cogió Arias de pendejos. ¿Será que en su lugar, algún cristiano podría llegar a pensar que ese era el punto de partida, de una larga maratón de delitos gravísimos?
Si a usted que sabe es de palmas y terneros, se le sienta al frente "EL" ministro de agricultura junto a un puñado de asesores yuppies, y en una reunión técnica los invita al proyecto y les explica lo de los contratos de arrendamiento y la subdivisión de los terrenos. ¿Quién piensa que ahí hay un delito? ...¿Ah? ¿Quién?
Si lo vemos desprovistos de pasiones, objetivamente, una persona normal no puede ver por donde está el chueco. ¿Acaso es que arrendar un pedazo de tierra es delito? Y si se lo quiero arrendar a mi tía magola, o a la hembrita que me estoy comiendo... ... ¿La estoy embarrando en algo?
Pero es que además me lo está diciendo ese ministro que es el muñeco del ventrílocuo. ¡Él! Y a su lado tipos muy pilos, egresados todos de prestigiosas universidades... profesionales muy decentes. Y además, plata para ellos no estaban pidiendo, pedían en contraprestación, como todos los candidatos, una cuantiosa donación para la campaña .
A nadie, a ninguno, se le pasaría ni por un instante que estaban sirviendo de instrumentos para agarrar a patadas el código penal.
Por eso es que las cosas son como son y a cada quién lo de cada cual: ni los Dávila, ni los Vives, ni los Lacouture, ni ninguno de esos propietarios de inmensos terrenos son culpables, así el atortole mediático, las garras de un fiscal bien fierra y la cárcel que les picaba el ojo, los haya llevado a aceptar cargos y buscar condenas que los dejaran en la casa.
Aquí los únicos delincuentes son el Gamonal, Andrés Felipe Arias y sus secuaces asesores del gabinete.
Ellos fueron los que le dieron cátedra a los beneficiarios, pero lo más grave: Le dieron apariencia de legalidad al torcido y les hicieron creer a todos esos hacendados, que ese proyecto era para ellos y no para su vecino que camina en alpargatas.
En lo demás sí estoy de acuerdo: Uribito con sus gafitas y hablado desgonzado, tan bien puestecito, pinta de buen muchacho sí tiene... hasta de guevón diría yo.
Y pobrecito también. Pobre debe haber quedado, porque no creo que del desfalco se haya guardado nada pues todo se lo metió a la campaña.
Debe estar encaletado leyendo este artículo en una posilga, recibiendo el giro que le manda el Gamonal como todos los otros con los gobernó y que andan corriendo prófugos por el mundo, encanados en la picota o extraditados comiendo frijoles en una cárcel de la Florida.
Pero los que más tienen la razón son todos esos muchachones rozagantes, tan bien formados, a los que el país les cabe más en el bolsillo que en la cabeza y a quienes esta condena les espanta el sueño de apretarse una Ferragamo y sentarse en un Ministerio.
Todos esos principitos deben estar muy temerosos, porque si son tan decentes como fue ese ministro que dejó el campo sin agua, lo mejor es que se asusten, se aterren, se les achicharren los testículos de pavor y jamás piensen en gobernarnos.
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