El 27 de marzo del 1994, con la medida de sobreseimiento que le otorgó el presidente Rafael Caldera a Hugo Chávez (líder y cabeza visible de la intentona golpista del 4 de febrero de 1992, en la que hubo por lo menos 14 muertos y 53 heridos, y por la cual apenas purgó solo dos años de cárcel), se inició el declive de lo que hasta aquel entonces era una de las economías más prósperas de América Latina. Podríamos afirmar sin equivocación alguna y basados en los hechos posteriores que desde esa absolución, arbitraria e ilógica de por sí, sustentada únicamente en interés políticos del gobierno de turno, en aras de hacerse al apoyo de los partidos de izquierda venezolanos, que todo empezó a ir mal para Venezuela.
Con un carisma único, con el cual bien pudo disfrazar sus primarias intenciones socialistas ante un electorado que cansado de los partidos y políticos tradicionales veía en su figura la promesa de un mejor futuro para la Venezuela de Bolívar, el comandante Chávez, como más tarde sería reconocido, se adjudicaba la presidencia del país caribeño el 6 de diciembre de 1998 con el 56,5% del total de sufragios. Además, el 2 de febrero de 1999, juraba como nuevo presidente sobre "una moribunda constitución", como él mismo lo afirmó durante su investidura en el Capitolio Federal de Caracas, dispuesto desde ese mismo momento a batallar para reformar a través de un referéndum la constitución de 1961, a la cual él mismo calificó de obsoleta para los nuevos tiempos.
El eclipsamiento de Hugo Chávez, con un electorado creciente, que cada vez más veía en su líder mediático a un libertador de sus tiempos, permitió llevar a cabo profundas reformas al sistema democrático, que los teólogos del nuevo socialismo del siglo XXI, llamaron la quinta república y con las cuales los contrapesos de toda democracia, pasaron a ser parte integral del gobierno.
Escudado bajo el manto de Bolívar, el nuevo líder sudamericano, que alentado por una creciente suba en los precios del petróleo (de la cual Venezuela goza aún de las mayores reservas mundiales), trazó su propia agenda geopolítica y forjó importantes alianzas con China, Rusia, Libia e Irán; principalmente en el campo militar e ideológico. A su vez, propició el cambio político latinoamericano a través de programas de ayuda, principalmente en el área de los hidrocarburos, en lo que se conoció como la "Marea Roja" y que incluyó los gobierno de izquierda de Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador), Tabaré Vásquez y Pepe Mujica (Uruguay), Lula Da Silva (Brasil), Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (Argentina), y Daniel Ortega (Nicaragua), mismos que enarbolaron la bandera del marxismo, en lucha contra lo que denominaron el "imperialismo norteamericano" y el capitalismo liberal.
Cuba y los Castro siempre serán un capítulo aparte en la vida de Hugo Chávez, de los cuales recibió el modelo marxista en Venezuela y en gran parte de América Latina, con una cartera de petrodólares inagotables que le permitió comprar conciencias y formar sus propios sistemas de naciones "antiimperialistas", que denominó "Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América", conocida como "Alba".
La corrupción en el gobierno, el uso permanente de leyes habilitantes, las expropiaciones a la empresa privada, la censura y persecución de la prensa independiente, el encarcelamiento y exilio de líderes de la oposición y el manejo de todos los poderes del estado, hicieron de Hugo Chávez un líder odiado, pero también amado por millones de venezolanos que se vieron beneficiados del "Sistema Nacional de Misiones", que les permitió acceder gratuitamente a programas de vivienda, salud y alfabetización. Política claramente orientada a los estómagos agradecidos que hacían su mayor parte en las urnas para que el socialismo del siglo XXI continuara su auge en Venezuela y su expansión en el continente, en una clara trama de favores.
De catorce elecciones, a las que se vio enfrentado, Hugo Chávez ganó trece y perdió solo una. Un récord histórico para cualquier político de nuestros tiempos que aún en su etapa de convalecencia, tres meses antes de su muerte, se impuso en las presidenciales de 2012 ante el opositor Henrique Capriles con el 55,07% de los votos.
Con su muerte, el 5 de marzo de 2013, se terminó el primer ciclo del llamado movimiento socialista del siglo XXI. Sus ojos se cerraron antes de presenciar el caos que su mismo brazo había creado.
Continuará....