A sus 71 años José Néstor Pekerman está pensando más en el retiro que en otra cosa. Su vida ya es la de un monje hermitaño que no tiene contacto con la gente. Alejado del mundanal ruido en su casa en el country de Hurlingham, nororiente de Buenos Aires, Pekerman cada vez es más reacio a las apariciones públicas. Según el portal Infobae su rutina está escrita en piedra: se levanta todos los días a las 6:30 de la mañana y lo primero que hace es jugar con su entrenador un partido de tenis. Desayuna café y claras de huevo.
Esa localidad de Buenos Aires fue la que escogió el propio entrenador para concentrar a la selección Colombia en el 2014 meses antes del Mundial de Brasil. En ningún lugar en el mundo se ha sentido más cómodo el argentino. Por eso, ante esa información, es difícil que Pekerman abandone ese retiro, impulsado por los cuidados generados por la pandemia, en donde su única distracción es el fútbol y sacar por los predios a los tres perros que adoptó y que quiere como a hijos con su esposa Matilde. Ve tres partidos a la vez en las tres pantallas gigantes que tiene en la sala central de su casa.
De la comida que come, sólo tiene un plato colombiano cuyo gusto adquirió en los ocho años que vivió en el país: el sancocho. De resto lo que come es comida italiana. Pekerman difícilmente dejará su país para regresar a Colombia.