Tigre, barrio norteño de la bella Buenos Aires, República Argentina, 25 de noviembre de 2020, 10:30 hora local, se va el hombre, queda la leyenda, el mito.
Como el Doctor Jekyll y Mister Hyde, la novela del escritor escocés Robert Louis Stevenson, dos caras de una misma moneda, dos caras de un solo hombre: el público y el privado, Maradona y Diego.
El Maradona futbolista, Marad10s, marcó a muchas generaciones por su desempeño dentro de un terreno de fútbol, los sueños de muchos pibes, de muchos niños en todo el planeta se encarnaban en aquella figura que destilaba talento a todo lo ancho y largo de un campo de fútbol desde Villa Fiorito, su barrio, hasta el estadio Azteca de México, o en tierras europeas, o en el lejano oriente.
Son, en su mayoría, indescriptibles e inolvidables las jugadas y cualquier cantidad de goles que Diego Maradona marcó a lo largo de su carrera profesional y que muchos soñaron, quisieron y quieren repetir.
El liderazgo y pundonor deportivo que transpiraba, contagiaba a sus compañeros de equipo, invitándolos a unirse y trabajar de la mano para alcanzar los resultados deportivos que llevaron a su país a conquistar dos campeonatos mundiales, uno en categoría de mayores en México 86 y uno en categoría juvenil en Japón 79, además de un subcampeonato de mayores en Italia 90 e innumerables títulos en los clubes de los cuales hizo parte.
Ese es el ídolo que toda Argentina y el mundo del fútbol recuerdan hoy, el Maradona que debe ser rememorado y nunca olvidado, la leyenda en vida y la inmortalidad después de su paso terrenal.
La persona detrás de Maradona, afuera de la cancha, Diego Armando, solo a él y los suyos les corresponde criticar o alabar, el hombre privado y sus aciertos o errores solo son de él. No se puede ser juez de temas personales que se filtraron al ámbito público por el personaje público que representó Diego Armando Maradona.
Un adiós con respeto a uno de los tres mejores jugadores de todos los tiempos: Diego Armando Maradona Franco.