Era raro encontrar en Cúcuta a un empresario con el carisma de Juan Carlos Prada, mejor conocido como Juan K. Hace unos años había un pub que se llamaba Clover. El hombre llegaba con su pelo inconfundible, tomaba una cerveza y se ponía a escuchar los jam que desparchados hacían con sus guitarras desgastadas. Sin hablar con nadie se iba con la misma discreción con la que llegaba.
Siempre con la preocupación constante de ayudar a los demás, siempre amable, servicial, un tipo que incluso intentó ayudar proyectos culturales y a los que la Ceiba le debe no sólo una de las hamburguesas más ricas de Cúcuta sino un cuidado absoluto que le entregó al parque, techando sus canchas, manteniéndolo hermoso. El Covid se llevó a Juan K muy temprano. La pandemia azota a Cúcuta con ferocidad. El pico está pasando por allí. Hay temor, mucho miedo.
Este es uno de los recuerdos que quedan de él: