El ruido y la furia desencadenados en los medios por el duelo a muerte entre Donald Trump y Joe Biden han acallado otros resultados de las elecciones del 6 de noviembre en los Estados Unidos que tienen igualmente gran importancia. Me refiero a las que ese mismo día tuvieron lugar en varios estados de dicho país y cuyo objetivo era decidir si se legalizaban o no sustancias psicotrópicas que actualmente están penalizadas. La más llamativa de esas elecciones tuvo lugar en Oregón donde por amplia mayoría se aprobó la despenalización de la posesión y el consumo personal de la cocaína, la heroína y las metanfetaminas, que antes se consideraban delitos penados con cárcel y que ahora pasan a ser considerados faltas que se saldan con 100 dólares de multa y la obligación de seguir un tratamiento de rehabilitación.
Un avance impresionante en la consideración de las adicciones no como un crimen sino como un problema de salud pública. El resultado de esta elección no es sin embargo sorprendente porque años atrás Oregón encabezó los estados que mediante referendo legalizaron la marihuana. Un camino que después uno de tras de otro han seguido otros estados hasta el punto de que hoy mismo la situación legal del consumo de marihuana en los Estados Unidos es el siguiente: 15 estados permiten el uso tanto medicinal como recreativo de la bendita yerba y 17 estados más permiten su uso medicinal y solo en tres estados todavía se considera a su tenencia y consumo un delito.
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En los EE. UU. 15 estados permiten el uso medicinal y recreativo de la bendita yerba, 17 más permiten su uso medicinal, solo en 3 todavía se considera a su tenencia y consumo un delito
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En California no solo están permitidos actualmente los usos medicinales y recreativos de la yerba sino que también su cultivo y su comercialización, con el resultado de que los impuestos que pagan estas actividades representan un rubro significativo en los ingresos públicos.
Estos datos vienen a dar la razón a Antonio Caballero, que hace ya bastantes años profetizó que la legendaria Santa Marta Golden perdería su mercado norteamericano cuando los mismos norteamericanos se decidieran a cultivarla en sus tierras. Quiera el Altísimo que no nos toque padecer la vergüenza de que, así como importamos las papas que antes cultivábamos, terminemos importando la marihuana de California, gracias a los inenarrables beneficios del Tratado de Libre Comercio con nuestro Gran Hermano.
Pero dejando las ironías, pregunto con toda la seriedad del caso: ¿Hasta cuándo nuestro gobierno y nuestros legisladores van a insistir en tratar a las adicciones como un problema de orden público y no de salud pública como evidentemente lo es? ¿Van a seguir siendo más papistas que el papa, incluso ahora el papa no le hace asco a la posibilidad de fumar la beatífica yerba? ¿O es que acaso no están dispuestos a dar ese paso para no echarle a perder su jugoso negocio los narcotraficantes?