Hay derrotas que hacen a las personas más fuertes. En el 2018 Stacey Abrams, con sólo 44 años, se convirtió en la primera mujer negra en ser elegida como candidata por el partido demócrata para ser gobernadora de Georgia. Perdió la elección con el republicano Brian Kemp, en medio de un escándalo por una probable manipulación del voto. El gran logro de Abrams fue convencer a votantes blancos de las zonas suburbanas de Georgia a votar en contra del que dijera Trump. Ese fue el primer envión para conseguir la histórica votación con la que los demócratas se anotaron el valioso triunfo en Georgia, el gran fortín Republicano.
Nacida en Madison Wisconsin es la menor de cinco hermanos que crecieron escuchando los largos sermones de su padre, Robert, un enfebrecido y pobre pastor metodista y de su mamá, Carolyn, quien también era religiosa. A los seis años se trasladó con su familia a Atlanta donde sus papás se convirtieron en Ministros de la Congregación y todo parecía encaminarse. Pero el destino se cebaba contra ella.
A los 18 años un cáncer empezó a minar la salud de su papá. Las cuentas fueron tan altas debido al pésimo programa médico que tuvo que dejar la universidad donde estudiaba derecho. Además, a esa edad, una depresión, producto de un despecho amoroso, le hizo pensar seriamente en quitarse la vida. La salvó fue la escritura. A esa edad escribió lo que terminaría siendo la guía con la que salvaría: un plan para saber qué cosas tendría que hacer en los próximos cuarenta años. Entre los objetivos estaba incluso escribir una novela antes de los 25 años y lo consiguió. Su papá murió, las deudas arreciaron, pero ella sobrevivió.
La política la arrancó a los 20 años siendo mecanógrafa y luego la encargada de hacerle los discursos a una congresista. Ahí, después de graduarse en Estudios Interdisciplinarios en el Spelman College, trabajó para Maynard Jackson, el primer alcalde negro en la historia de Atlanta. Fue congresista durante diez años (2007-2017) y un año después intentó ser la primera gobernadora negra de Georgia, aunque no pudo se hizo un nombre que le ayudaría a tener el peso que tuvo en estas elecciones.
En enero del 2020 se reunieron en una cabaña en Georgia, rodeados de pinos, melocotones y magnolias, Joe Biden y Stacey Abrams. La idea, en un principio, es que ella fuera su vicepresidenta. Allí, en ese lugar, redactaron un documento de 16 páginas en donde estaba consignado el plan para que Biden recuperara para los demócratas a Georgia.
El propio Trump se había echado su soga al cuello. Es que no sólo la población negra y latina que se sintió ofendida por el tema racial que abordó con crudeza Trump lo que hizo que se volteara la torta. Estaban también los republicanos ofendidos, empezando por la esposa del senador, ex candidato presidencial y héroe de guerra John McCain, quien fue capturado y torturado por tropas del Vietcong en plena guerra de Vietnam. En el 2015 Trump dijo sobre él "Me gusta la gente que no fue capturada. (...) No me gustan los perdedores". Tommy Espinoza, padrino de uno de los hijos de McCain, quien murió en el 2018, y uno de los patriarcas republicanos de Georgia dijo sobre Trump: "Hay muchos votantes independientes y republicanos latinos que querían mucho a John McCain. El rifirrafe de Trump le ha pasado mucha factura, no solo aquí, sino también en todo el país”.
Georgia es uno de los estados que ha roto todos los records de participación. Abrams ha sabido manejar sus fuerzas y las oportunidades, como por ejemplo lanzar una exposición de murales políticos, con la figura de Martin Luther King como bandera, en estas semanas cruciales. Y eso que Biden no quiso ponerle mucho la ficha a ese estado y centró toda la responsabilidad en lo que pudiera hacer Abrams. Aunque Georgia aún tenga a millones de blancos conservadores, tiene bastiones como el condado de Clayton, el lugar donde nació y murió este año el congresista John Lewis, mítico compañero de batallas del doctor King, férreo opositor de Trump, y uno de los más entusiastas activistas del Black Lives Matter.
Por eso la figura de Abrams empieza a crecer hasta convertirse en una efigie. Si Georgia cae para los Republicanos y con la ausencia de Biden en la campaña, la responsable tiene nombre propio: Stacey Abrams.