Se han producido más noticias alrededor de Trump que alrededor del resultado electoral mismo.
Dos aspectos copan el interés: el porqué los americanos votan por un individuo que representa y encarna tantas descalificaciones; y el cómo o por qué el sistema electoral americano que supone ser símbolo mismo de la democracia puede llevar a producir ese resultado.
La explicación no es tan difícil y no gira alrededor de la persona de Trump.
Un punto que confunde es no entender lo que es un esquema político federal y cómo funciona en Estados Unidos. La autonomía que caracteriza la relación entre Estados en un sistema federal hace que la igualdad de votos y de derechos existe entre los que pertenecen a la federación -es decir los Estados-. Los procesos democráticos los ordena cada uno de ellos internamente mediante reglas propias. A diferencia de un modelo como Colombia, el presidente es el jefe de gobierno solo para las funciones que los Estados delegan en la federación; pero la democracia aplica es en la relación del ciudadano con su propio Estado, el cual tiene sus instituciones independientes del gobierno central -su gobernador, su propia policía, sus instancias judiciales , su régimen fiscal, etc.-., entre ellas sus propias reglas electorales. (Por eso la posibilidad de que Trump acabe en la cárcel al dejar de ser presidente).
Respecto a por qué votaron por Trump, vale recordar que la naturaleza y los antecedentes del nacimiento de la nación norteamericana se encuentran en el fundamentalismo religioso. Los pilgrims del Mayflower, primeros moradores blancos y colonizadores de ese mundo, fueron manifestación de la rebeldía contra la ortodoxia anglicana del imperio inglés: una reivindicación del protestantismo en la forma de un puritanismo que echó sus raíces y sus frutos en la nueva tierra. De ahí derivan los centenares de iglesias que cubren prácticamente todo el centro de los Estados Unidos donde la inmigración poco ha influido.
Por otro lado, la esclavitud fue el motor alrededor del cual se desarrolló todo el sur de los Estados Unidos. La dependencia o identificación con un sistema económico basado en esa institución fue tan importante que, además de ser ese país uno de los últimos en acabar con ella, llegó a tener más esclavos que el resto del mundo reunido. Es apenas después de mediados del siglo XX que se inició la lucha por la igualdad de derechos civiles y la eliminación de la discriminación racial para acabar la modalidad de apartheid que tenían.
Todos los gobiernos americanos han respondido al principio de ‘America First’ y de ‘America para los americanos’. Es bien sabido y repetido (aunque parece no suficientemente asimilado) que ‘Estados Unidos no tiene aliados ni amigos sino intereses’. Es en ese sentido que el aislacionismo es inherente a la mentalidad americana y que fue su política hasta que circunstancias externas los forzaron a participar en las guerras mundiales y a asumir su protagonismo como líder mundial.
La humanidad en su evolución ha ido creando encarnaciones del poder que se imponen sobre las sociedades. Brujos y líderes religiosos, guerreros y militares, juristas y políticos, y economistas han alternado asumiendo la orientación y dirección efectiva de las comunidades. Lo que ha caracterizado el último medio siglo es la ascensión de los medios de comunicación con mayor incidencia que cualquier otro poder.
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El periodista no se limita a crear ese mundo mediante el manejo de la información y la desinformación (fake news) sino se vuelve el principal protagonista
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El mundo hoy es un reality, un escenario-espectáculo virtual que gira alrededor de lo que producen esos medios. Hoy la atención de todos los habitantes del planeta se centra en esa nueva dimensión; el periodista no se limita a crear ese mundo mediante el manejo de la información y la desinformación (fake news) sino se vuelve el principal protagonista. Pasa a ser él mismo el centro de la noticia, tanto porque en la práctica la ‘crea’ en el sentido que sin él no se conocería, como porque la trascendencia que tiene depende de quien la presente y de las polémicas que a su alrededor se generen.
Trump es el concursante del reality que entendió mejor el juego. Pero el autócrata no es él sino el Partido Republicano que tiene en su ADN los elementos anteriores, y moviliza a los ciudadanos que encontraron en Trump quien los represente: no es él el que los lidera sino la filosofía y los dirigentes republicanos quienes a él lo usan.
Lo prueba el que la participación y la votación de ese partido en los cuerpos colegiados haya aumentado en vez de disminuir (y el cómo acogen los resultados en esos comicios mientras alegan fraude en la elección simultánea del presidente).
Los individuos no son los que crean la historia sino solo quienes encarnan una época de los sentimientos de una nación. Eso explica a Trump y la votación que recibió.
Cota: alguien dijo que tener a Vicky Dávila a la cabeza de Semana tiene su parecido con Trump de presidente.