Con la llegada de Vicky Dávila a la dirección de Semana se da inicio a una nueva etapa en este medio de comunicación. No quiero dar una postura maniqueísta al respecto, solo quiero expresar que con ella arriba un modelo de periodismo que se centra en lograr mayor número de visitas a sus portales mediante el sensacionalismo y la radicalización de posturas dentro del espectro político, para de esta forma generar ingresos por publicidad y hacerse viable económicamente.
Alabo que Semana se defina claramente como defensora de ideas de derecha y de los intereses de sus dueños (el Grupo Gilinski, que paulatinamente ha desplazado a la familia López), senda que deberían recorrer otros medios como El Tiempo para evitar la impostura de neutralidad que profesan.
Ahora bien, es urgente que surjan nuevos proyectos periodísticos que reflejen el pensamiento de izquierda y de centro que construyan una narrativa que exprese lo que vive el colombiano del común, sus angustias y sus realidades, y dé perspectivas y escenarios de cambio al statu quo que publicaciones como Semana representan, porque la verdadera Colombia aún está por ser narrada.
Muchos dirán que el periodismo colombiano está en crisis y tal vez tengan razón, pero es de las crisis de donde pueden emerger mejores futuros. Está en nuestras manos decidir a quién le damos ese clic en el ratón de nuestro ordenador. Al fin y al cabo, ese también es un ejercicio que construye democracia