En los años 80 los medios, la publicidad y las comunicaciones en general trabajaron bajo la premisa de una frase que logró gran popularidad: "Think global, action local". Ignoro si agencias y periodistas lograron el cometido de un pensamiento global en el trabajo local de su medio o su mensaje.
Ahora, en el siglo XXI, volvemos a mirar lo local y a conferirle la importancia que merece. Los economistas hablan de enfoque territorial para el possconflicto, es decir, en lo local, en cada territorio y con todas las condiciones, entidades y oportunidades del Estado, la empresa privada y el ejercicio de la ciudadanía, es decir, con una mirada global a todos los asuntos.
Entonces lo local es primero. ¡Y tantos años y recursos gastados sin saberlo!
Reviso con frecuencia la página www.reconciliacioncolombia.com y en uno de sus muchos y muy buenos artículos, encuentro que Ximena Botero, su directora, manifiesta que “Al recorrer noventa municipios entendimos que cada comunidad tiene asuntos distintos de qué reconciliarse”
Por eso mismo esperamos, todos los colombianos, que las políticas para el posconflicto y la reconciliación nacional no terminen en una gran bolsa de “subsidios para todos”, donde se recibe un dinero grande por única vez o bien se entrega una donación mensual de manera indefinida y angustiante, pues el problema no disminuirá sino que aumentará, ya que el número de personas a subsidiar crecerá de manera indefinida (Ej: familias en acción, familias guardabosques).
Y no habrá dinero suficiente para seguir subsidiando.
Mientras tanto, los problemas clave del posconflicto como la reinserción de víctimas, desplazados y desmovilizados en la vida civil con garantías de vivienda, salud, educación y trabajo digno, a la vez que se desarrollan políticas agrarias, laborales y sociales acordes con la singularidades locales, no se resuelve con subsidios, ni pequeñas dotaciones o donaciones.
La ciudadanía crece cuando es autosuficiente y vive con dignidad. No podemos convertirla en mendiga del Estado. Es un insulto para quienes con valor y mucho dolor entrarán al proceso de reconciliación nacional. Porque los ciudadanos no piden sino que exigen el cumplimiento de sus derechos fundamentales. Y aceptan cumplir con sus deberes, por supuesto.
Una acción local demandará un gran esfuerzo de todos los ciudadanos, del Estado y de la empresa privada para determinar todas las variables del trabajo a realizar en los más de mil municipios colombianos, siendo la primera de ellas la participación masiva, no representativa, de los habitantes de cada territorio, en las decisiones sobre su desarrollo y la vida que desean llevar y realizar.
Recomponer lazos familiares, vecinales y sociales, volver a caminar sin miedo, salir en las noches o charlar con el tendero, ir a la escuela, bañarse en los ríos, hacer paseos y confiar en los amigos, forman parte del capital social perdido.
Con un Estado atento, que acompañe, escuche y decida. Que considere, empodere y visibilice a las comunidades afectadas, que llegue para quedarse en cada territorio nacional.
Y lo más importante: que el proceso de verdad, justicia y reparación se cumpla de manera transparente e incluyente, porque es la única garantía para dejar atrás el pasado y caminar hacia ese anhelado posconflicto.
Estamos casi listos, y deseosos de escuchar la estrategia del Estado colombiano, ¿aló?